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25.8.09

Lauburu, la hostia

En nuestro reciente viaje nos encontramos con este símbolo, el Lauburu (lau=cuatro y buru=cabeza), muy asociado al pueblo y la identidad vasca, aunque se han encontrado otras representaciones en los pueblos celtas, visigóticos y otros tantos indoeuropeos, siendo una variación curvilínea de la esvástica.

Son muchos los significados que ha tenido a lo largo de su historia, como por ejemplo:

- Simboliza los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego.
- En función de la dirección de sus aspas representa el bien (si es en el sentido de las agujas del reloj) o el mal (en sentido inverso). Cuando habla de mal no se refiere a una entidad maligna suprema, como puede ser el demonio en la creencia cristiana, sino un mal relativo, asociado a cada persona. Este mal dependería del dios Maju, esposo de Mari, y representa lo malo del ser humano, la fuerza descontrolada de los elementos, las enfermedades, etc.
- En relación a este último se asocia con la vida o con la muerte, muestra de ello es que en algunos enterramientos funerarios aparece el lauburu girando hacia la derecha.
- Representa el Sol en culturas precristianas.
- Dice hacer referencia a las edades del hombre.
- En Euskadi se ha usado para representar a las cuatro tribus vascas de la época prerromana: Autrigonia, Basconia, Caristia y Vardulia. Aunque no sea un símbolo usado en política en el pasado (no ha aparecido en banderas ni escudos) actualmente sí tiene ese matiz en algunos movimientos ideológicos.

12.5.09

La Santa Compaña

Quizás, es uno de los más famosos mitos que han sabido perdurar a lo largo de los siglos en nuestro país; más concretamente, en tierras gallegas.

La Santa Compaña... La procesión de almas en pena que recorren los caminos en busca de todas aquellas personas que pronto fallecerán... Su aspecto recuerda a antiguos hábitos monacales de la edad media, ya que los paseantes recorren los caminos ataviados con vestimentas negras, cubriendo sus rostros con capuchas del mismo color...

Dicen que los propios perros anuncian su presencia por medio de aullidos continuos, lastimeros; que los propios gatos huyen del lugar cuando perciben su presencia, que hasta las flores se marchitan...

Olor a cera quemada, a fuego...


Avanzan formando dos hileras de penitentes, al tiempo que emiten cánticos fúnebres y rezan el rosario.

Al principio de la comitiva, sosteniendo una cruz, un vivo; algún incauto que sorprendió a tan lúgubre comitiva en su camino y que, penado por toda la eternidad, se verá condenado a acompañarles portando una cruz hasta la muerte (y su posterior conversión en alma en pena), o hasta que encuentre a otro ser vivo en su camino a quien cederle su misión.

¡Ay, de aquel que ose mirarles, pues corre el riesgo de morir abrasado! ¡Ay, de aquel que se cruce con ellos y acepte uno de los cirios que le tiendan los espectros, pues se convertirá en uno de ellos!

Dicen que la última oportunidad que tiene aquel que se encuentre con la Santa Compaña es rezar, encomendarse al Creador, mientras traza un círculo a su alrededor o se tira al suelo boca abajo.

Algunos dudan de su existencia... Pero muchos son los que afirman haberles visto, deambulando por caminos, por senderos cercanos a los camposantos... Por bosques oscuros... En medio de la noche... o al apagarse el día...

¿Mito o realidad? Nunca lo sabremos... ¿O tal vez sí?