28.3.08

Cosplay de Dragon Ball

Ya desde la última Friki Party, todos mis sentidos del cosplay se agudizaron y no puedo dejar de prestarle especial interés a algunas perlas que me voy encontrando. Y sobre perlas va este post, tres en concreto que van de personajes de Dragon Ball.

Si exceptuamos que Trunks no tiene el pelo de punta, que ningún alumno de Mutten Roshi tiene bigote y la calva de Tensián vemos que está bien, curradillo eso de juntar a tanta gente. Pero ahora vienen las perlas güenas:

Bien, vale que se haya currado la pintura, la piel, la ropa... pero ¿qué le pasa a la antena de este Bubú?

Si ya le añadimos la moqueta de leopardo del suelo las connotaciones fálicas de este apéndice son evidentes.

Además ¿y ese vaso de refresquito? A saber qué refresquito será... ¬¬





Pero yo me quedo con el siguiente...

¡Es Vegeta! ¡Príncipe de los Saiyans! Oh my god, qué pelos, qué relieve en su armadura, pero sobre todo ¡qué tipazo de super guerrero!

En fin, que después del Cosplay de Tou Pai Pai esto es lo más bestia de Dragon Ball que he visto. Y para despedirme... ¡Cosplay del tierno!

27.3.08

Jueves Santo: Rabia e impotencia

Puede decirse que el cielo no estaba de parte de las cofradías del Miércoles Santo, y parecía no querer estarlo tampoco de parte de las del Jueves Santo, considerado el "día grande" de la Semana Santa de Málaga por la presencia de los caballeros legionarios, que con su porte, sus cánticos y sus desfiles, llenarían de color verde las calles de Málaga.

La mañana del Jueves Santo amaneció tormentosa:lluvia, granizo, truenos, relámpagos... Creíamos llegado el fin de la Semana Santa, pues todo apuntaba a que seguiría lloviendo con más y más fuerza... Hasta que a eso de las dos de la tarde, salió el Sol, el cielo se despejó y dejó de llover. Increíble, pero cierto...

Ese mismo día, a eso del mediodía, tuvo lugar una reunión de urgencia en la sede de la Agrupación de Cofradías (en San Julián), por la cual se acordó que todas las cofradías del Jueves Santo retrasaran su salida en una hora, ante la amenaza de lluvia. Sin embargo, hubo disparidad de posturas: Zamarrilla dijo que ellos no salían (normal, ya la lluvia fastidió mucho los tronos y las imágenes en años anteriores); Cena y Santa Cruz no las tenían todas consigo; Misericordia y Mena dijeron que saldrían de todos modos, y lo mismo pasó con la Esperanza, aunque no lo dejaron tan claro...

Al final... sólo dos cofradías salieron a la calle y pudieron completar su recorrido: la Cena y la Santa Cruz, aunque la primera tuvo que apretar el paso casi al final de su reocorrido ante controvertidos hechos que se sucedían en la Alameda Principal.

Y es que, casi al mismo tiempo, la cofradía de Mena enfilaba la mitad de la Alameda. No obstante, comenzaron a sucederse noticas contradictorias que hicieron que la cofradía volviese sobre sus pasos, ante diversas llamadas que manifestaban la aparición de lluvias en las zonas de El Palo y Ciudad Jardín. Ante tales noticias (bienintencionadas o no, ciertas o no), Mena decidió dar marcha atrás.

Lo mismo sucedió con "El Chiquito", una vez salió de su casa Hermandad...

Y las otras cofradías... lo mismo, no salieron.

Al final, ni llovió ni nada, aunque no podemos ponernos a pensar ahora en si la decisión que tomaron fue correcta o no, pues seguramente les debió costar horrores llevarla a cabo. Aun así, opino que en el caso del Miércoles Santo, pudo dolernos que no saliéramos, pero al ver la lluvia, comprendimos que era lo mejor; no obstante, pienso que en el caso del Jueves Santo tuvo que dolerles más aún porque, si no sales por la amenaza de lluvia, y encima no llueve... No sé, ha de ser un shock.Pero al igual que sucedió con el Miércoles Santo, otro año será.

P.D.: Sé que no he puesto imágenes del resto de cofradías que no salieron ese día (con excepción de la Cena y la Santa Cruz, que sí salieron), pero he pensado que en el caso de cofradías tan "punteras" como Mena y Zamarrilla, bien se merecen un post individual (aunque en el caso de Mena, ya lo tuvo).


25.3.08

Miércoles Santo: Lágrimas en el cielo y en mi corazón

No pudo ser... Por primera vez en mucho tiempo, el Miércoles Santo se tiñó de gris, del color de las nubes, del color de la lluvia... Y es que el día estuvo caracterizado por eso: por la lluvia; por una lluvia que no ha hecho acto de presencia en todo el invierno y que ese día se propuso aparecer "a lo grande".

Ninguna de las cofradías del Miércoles Santo pudo realizar su estación de penitencia por las calles de Málaga, excepto Salesianos, a quienes la lluvia obligó a refugiarse en la Catedral. En un primer momento, anunciaron que, cuando la climatología lo permitiese, volverían a su Templo... Pero las circunstancias no lo permitieron hasta el Viernes Santo por la mañana, poco después de que el Cristo de la Santa Vera Cruz (de las Fusionadas de San Juan), hiciese su estación de penitencia en la catedral (el Cristo que adjunto junto a estas líneas es el de Ánimas de Ciegos, de las Cofradías Fusionadas).

Aun así, ninguna de las cofradías del Miércoles Santo pudo salir a la calle... Una decisión que algunos tacharon de cobardes, pero que los cofrades calificamos como prudente: y es que una acción de aparente "cobardía" puede traer como consecuencia la pérdida de un patrimonio que ha costado siglos acumular y, sobre todo, el posible deterioro de nuestros Sagrados Titulares.


Yo estuve con mis hermanos de la Expiración, mi cofradía... Lloré con ellos, sentí rabia e impotencia como ellos... Y estuve largo rato inmersa en una muda conversación de más de una hora con mi Cristo, ese Cristo que tallara en su día Mariano Benlliure y que se hizo con un hueco en el corazón de los malagueños.

Decir Miércoles Santo es decir Expiración, es decir Dolores Coronada... No es Miércoles Santo, pero tampoco es Jueves Santo cuando las imágenes flanquean las puertas de la Casa Hermandad... El tiempo se detiene a los sones del "Mater Mea"... Un crucificado que impone respeto, que expira en la Cruz, pero que a la vez emerge triunfante, cual ave fénix, sobre toda muerte. A sus pies, el mundo, el demonio y la carne aparecen derrotados, como tres entes encapuchados... Y siguiéndole, en un bajel plateado, la Señora del Perchel, mi "Lola Perchelera"...

Pero decir Miércoles Santo es decir también libertad: libertad por un hombre que, a los pies de Jesús el Rico, ha recuperado aquello que un día perdió; un acto de Amor, un acto que la "Niña de Puerta Oscura", María Santísima del Amor, contempla con una mezcolanza de serenidad y dulzura en su rostro de niña que un día tallara Dubé de Luque. La tradición de siglos, vuelve a recuperarse... Y sus manos imparten la bendición...


Decir Miércoles Santo, es decir también Fusionadas, el triunfo de la hermandad, de los vínculos, sobre todas las cosas... Cuatro tronos salen a la calle, ofreciéndonos el misterio de la pasión y muerte del Redentor: Azotes, Exaltación, Ánimas y Ciegos... Tres Cristos para una Madre del Mayor Dolor, a la que ni siquiera las palabras de San Juan consuelan...







Decir Miércoles Santo es referirse también a una Virgen de ojos verdes, por quienes las palomas baten sus alas alegremente. Una Virgen de dulces ojos que sigue el camino de su Hijo por la Puente del Cedrón, una Virgen a quienes los gestos del feo sayón "Berruguita" no amedrentan a la hora de seguir a su Hijo en pos del fatal destino que le aguarda... Jesús de la Puente del Cedrón ha cruzado el río que le separa de su Destino, en pos de cruzar la delgada línea que separa la vida de la muerte...



Decir Miércoles Santo es decir también la entrega de una mujer como Madre de la Humanidad, es la confianza de un Hijo en el discípulo amado, en pos de que se ocupe de su Madre a su muerte, ya que Él no podrá hacerlo. Es decir lágrimas que se vierten de unos ojos que contemplan con impotencia una muerte injustificada... Es decir Salesianos...









Y decir Miércoles Santo, es decir Sangre, es referirse a una bella Virgen de manto de color lila que inunda de perfume las calles de Málaga... Es referirse a una lanza de un tal Longinos que atravesó el costado del Redentor... Es referirse al Crucificado de la Sangre, que tan genialmente tallara Palma Burgos; es referirse a la cofradía más antigua de la Semana Santa malagueña y al Pendón Morado de Castilla, que luce como particular inginia esta cofradía...




No obstante, para mí, el Miércoles Santo tiene un nombre propio:

Expiración y Dolores Coronada... No pudo ser, pero estoy segura de que
el año que viene será...

18.3.08

Semana Santa de Málaga: Martes Santo

El Martes Santo en Málaga es sinónimo del triunfo del esfuerzo, de la superación; es la fortaleza de unos hombres de trono que tienen por delante un largo camino para que sus Sagrados Titulares se pongan en contacto con el pueblo de Málaga. El Martes Santo en Málaga tiene sabor popular, una tribuna ante la que se detienen todas las cofradías, ante la que se mecen los tronos magistralmente para que todos puedan disfrutar de su grandeza; una Tribuna que, aunque no sea la oficial, sí es la que nos produce más emoción: la Tribuna de los Pobres, los asientos que aunque carezcan de comodidad nos catapultan a una parte de esa Semana Santa que no se puede comprar con dinero; esa Semana Santa que se disfruta y se come uno con los ojos del alma.

El Martes Santo es sinónimo de Nueva Esperanza, una de las cofradías más recientes que discurren por el llamado "recorrido oficial". Una cofradía cuyo camino arranca desde el barrio de Nueva Málaga, desde la Parroquia de San Joaquín y Santa Ana; tienen ante sí un largo camino de siete kilómetros que los llevará a recorrer las calles del centro, y no los devolverá a su sede por lo menos hasta las tres de la mañana. Pero no irán solos, ni el Nazareno del Perdón, ni María Santísima de Nueva Esperanza: su barrio entero los acompañarán durante todo el trayecto, animando a los hombres de trono que los portan, arrimando el hombro cuando apenas quedan unos metros, dando aliento cuando el cansancio nos hace pensar que ya no podemos continuar.

Ante ellos, restan aún doce horas de duración del recorrido, y casi 7km de longitud del mismo. Pero nada les frena, aunque las fuerzas puedan llegar a fallar, sus ganas pueden con todo…



Desde San Julián, el perfume de las flores comienza a inundarnos, y un Cristo emerge, como si de una aparición se tratase, de un monte de claveles rojos como la sangre que delinea su torso, como la sangre que derraman sus labios, como la sangre fruto de su agonía… De su boca, apenas unas tenues palabras nos manifiestan su dolor… El Cristo de la Agonía que tallara Buiza, agoniza ante nuestros ojos…

Y llega la Virgen del perfume, aquella Virgen a la que, año tras año, la ciudad de Málaga trata de paliar su pena por medio de un magnífico manto que parece querer catapultarnos a tiempos pasados; a aquellos tiempos en que los medios económicos no eran bastantes para poder confeccionarle siquiera una toca de procesión… María Santísima de las Penas… de sus ojos brotan lágrimas por su Hijo, pero a sus espaldas lleva todo el amor de los malagueños transformado en bellas flores.



Cristo es Rescatado en calle Agua, Jesús del Rescate ha sido traicionado en la Merced y Judas, consciente del mal que ha hecho, se lamenta, pues sabe que ha entregado a un Inocente, al Cordero de Dios, a las manos de los hombres. Su precio, su Rescate: treinta monedas de plata… Treinta monedas que no aciertan a pagar el verdadero precio de la persona a la que entrega… Ha entregado al Maestro, ha entregado al Amigo… Y lo sabe…

Pero María Santísima de Gracia le ha perdonado de todo corazón, aquella Virgen niña que talló Castillo Lastrucci, desde su trono neogótico que a la vez es su templo, mira al Cielo y derrama su perdón para todos… Su belleza apenas se ve rota por su dolor, pero sus lágrimas son prueba más que suficiente para demostrar que su corazón se ha roto, que una espada de dolor la ha traspasado….

Y rodeándoles, un arcoiris nazareno que no deja de iluminar su camino.



Sin embargo, nada hay ya que se pueda hacer: se ha firmado la Sentencia de muerte, el Cordero ha de ser llevado al matadero. Y su brazo ejecutor, se lava las manos ante tamaña carnicería… No le importa lo que le suceda, pues

sabe que él seguirá estando en el poder. Como un cobarde, Poncio Pilatos ha realizado su dictamen, y Nuestro Padre Jesús de la Sentencia escucha en silencio… El Cristo que tallara Martín Simón, el llamado “Cristo guapo” del Martes Santo…

También lo ha escuchado María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, de cuyos ojos afloran apenas unas lágrimas; pero, la Virgen no deja de pasar las cuentas de su Rosario, ya no sabe qué debe implorar al Cielo… Un Rosario de Dolor para una Reina…



Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario, ha caído en la Victoria, junto a la ermita de San Lázaro; sus divinas manos se apoyan en una piedra que bien podría simbolizar las dificultades de todos los seres humanos. Una piedra en el camino, la piedra angular del dolor… Apenas puede tomar aliento, apenas puede mirar con claridad…

Porque una luz le deslumbra, una estela que sigue sus pasos: María Santísima del Rocío, la Novia de Málaga. Vestida de blanco, la Señora sigue los pasos de su Hijo, en tanto que el Sol ilumina su camino en medio de la noche de abril, pues el Sol es Ella misma, que guía nuestros destinos. Y se eleva, y se muestra en todo su esplendor ante ese mar de gente que se congrega en la Tribuna de los Pobres para verla, para vitorearla, para decirle “Guapa!!”, para cantarle alabanzas. A su paso, un grito: “Viva la Novia de Málaga”.


Y ante nuestros ojos, Jesús es Humillado, Herodes se ha burlado de Él; le ha insultado, vituperado y, para más INRI, ha cubierto su cuerpo con una túnica blanca, la túnica con la que se identifica a aquellos que han sido alcanzados por el demonio de la locura. Pero Jesús de la Humillación no los ha maldecido; Jesús de la Humillación, es también Jesús del Perdón, pues los ha perdonado, pues no saben lo que hacen. Y, como un Cordero en pos del Matadero, avanza con la cabeza gacha, con la mirada perdida, con sus labios contraídos.

Pero no está sólo: una Estrella más inmensa que la oscuridad que lo rodea y más brillante que el alba, ilumina su camino del Martes Santo malagueño; una Estrella de cuyas manos emergen bendiciones, una Estrella que porta sobre sus hombros divinos la belleza y el esplendor del firmamento, la inconmensurabilidad del Universo. María Santísima de la Estrella, como un lucero, brilla en mitad de la noche, para guiar a su Hijo en medio de esta tempestad…

Un mismo camino, una misma belleza, una misma historia… Cofradías del Martes Santo malagueño…


17.3.08

Semana Santa de Málaga: Lunes Santo

El Lunes Santo comienza en Málaga con una misa a los pies de San Pablo: la Misa del Alba del Señor de Málaga, ante el que se agolpan miles de personas para recibir sus gracias un año más. El cielo amanece despejado, sin que una sola nube turbe su habitual azul, que a veces parece querer llegar a confundirse con el mar. El Señor de Málaga comienza su andadura por las calles aledañas de su feligresía, por el barrio de la Trinidad, con dirección al Hospital Civil, donde los enfermos se consolarán al ver que el Rey de Reyes, el Señor de Málaga, ha acudido ante ellos para consolarles de sus males y sanarlos de sus dolencias. Y junto a Él, la Virgen trinitaria, la Señora de la Trinidad...

Por la tarde, es la Hermandad de la Crucifixión la que abre la veda para que los primeros acordes y las marchas procesionales inunden las calles de Málaga. Un Cristo dialogante que, desde la Cruz, parece querer transmitirnos, a través de una muda conversación, todo lo que pasa por su mente en ese momento. El dolor, el amor... Todo parece acumularse en una mirada que no deja a nadie indiferente al cruzarse con este crucificado que salió de las gubias de Bonilla: el Cristo de la Crucifixión.


Y tras él, Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad (obra de Dubé de Luque), una Virgen que viene desde la Iglesia del Buen Pastor, cercana a la feligresía de Capuchinos. Una Virgen que supuso la piedra angular de la cofradía allá por los años ochenta y en la que se apoyaron miles de fieles para labrar un sueño que, a día de hoy, sigue creciendo. Prueba de ello, es el patrimonio que ha acumulado esta joven hermandad (no tiene mucho más de veinte años de existencia) en tan corto período de tiempo; este año, la mejor prueba es el trono de la Virgen.



Tras ellos, llega el arranque, el cante, las palmas... Un Cristo moreno que es seguido por todo un pueblo que, lejos de demostrar su fe por medio de los rezos, lo hace por medio de las canciones, del baile... Es el Señor atado a la Columna, el Cristo de los Gitanos que tallara Vargas Cortés, como si a través de Él quisiera reflejar la belleza racial de su pueblo. Un pueblo perseguido y a veces vituperado, lo mismo que Cristo. Pero, su belleza y su serenidad ante el dolor, son la prueba más fehaciente de que nunca hay que rendirse.


Pero no sólo hay cantes para "el Moreno": también los hay para "la Morena", para María Santísima de la O, que, con la tez morena humedecida por las lágrimas, es piropeada igualmente por los hijos de la raza. Decirle "guapa", es poco: hay que cantarle, hay que bailarle, hay que aplaudirla... Con los Gitanos, la calle se llena de música, de alegría... Son ellos, son la Cofradía de los Gitanos, otra forma de ver la Semana Santa.



Mientras tanto, en la Catedral, la cofradía de la Pasión comienza a enfilar el patio de los Naranjos con la intención de realizar estación de penitencia en el principal templo de la capital de la Costa del Sol. Una cofradía caracterizada por su austeridad, por su buen hacer y por la belleza y fuerza de las tallas que procesiona. El Nazareno de la Pasión, obra de Ortega Bru, presenta una notable fuerza expresiva en sus rasgos faciales y parece que va a empezar a andar en cualquier momento, tal como muestran las articulaciones que el imaginero plasmó en unos pies fuertes, que pisan con decisión el suelo. Ni siquiera el Cireneo puede enturbiar esa fuerza que emana de la figura del Nazareno.

Y tampoco puede ocultar la belleza de María Santísima del Amor Doloroso, cotitular de la cofradía y una de las pocas dolorosas del panorama cofrade malagueño que aún conserva ambas manos unidas sobre el pecho, en actitud de rezo, o en actitud de un gesto de profundo dolor, que nos muestra el supremo patetismo de la que hace gala esta bella imagen del siglo XVIII (atribuida a actualmente a Asensio de la Cerda).



En ese instante, efectúa su salida desde su Casa Hermandad, situada en Calle Alcazabilla, a los pies de la Alcazaba, la Cofradía del Santísimo Cristo Coronado de Espinas, la cofradía de los Estudiantes. Cristo acaba de ser coronado con la tiara del oprobio y de los hombres, pero Él se limita a mirar con benevolencia a aquellos que lo miran con curiosidad, con tristeza y con amor; en sus ojos verdes, todo un océano de ternura; tan sólo se escucha el ondear de la clámide y un himno: el "Gaudeamus Igitur", el himno de los estudiantes.




Tras Él, la Virgen Niña, Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, una Dolorosa para quién las lágrimas se han acabado, pero cuyo dolor sigue existiendo en su interior.



Por el Puente de Santo Domingo, comienza su recorrido la cofradía de Dolores del Puente. Cristo arroja su Perdón sobre la ciudad de Málaga, al tiempo que consuela al buen ladrón, a quien le asegura que hoy estará a su lado en el Paraíso tantas veces por todos nosotros soñado. Mientras, Gestas, que no se arrepiente, vuelve la cara y de sus labios brotan palabras que parecen ser escupidas. En algún momento, pienso: "Yo también quiero parecerme al buen ladrón, para saber arrepentirme de mis males y poder estar junto a ti en el Paraíso, Cristo del Perdón".

Tras su estela, Nuestra Señora de los Dolores del Puente. Aquella que siempre nos espera atras las rejas para escuchar nuestras penas y oraciones dedicadas a Ella. ¿Quién no se ha acercado en algún momento más complicado a susurrarle peticiones que siempre escuchaba? ¿Cuántas lagrimas ha visto derramar? Por eso, hoy pido: "Paso a la Virgen de los Dolores. ¡La del Puente!"


Y llega el momento en que, sobre el Puente de la Aurora, una túnica blanca comienza a mecerse. Los Regulares lo escoltan, sus cánticos lo acompañan. Siguiéndole, miles de promesas que se citan año tras año para acompañarle en su recorrido por las calles de Málaga; no está sólo, pues toda Málaga está en con El para acompañarle en su largo camino. Es el Señor de la Túnica Blanca, el Señor de Málaga, Nuestro Padre Jesús Cautivo... No hay palabras para expresar lo que Él representa...



Dicen que cuando la Virgen de la Trinidad regresa a su Tempo, trae una lágrima más en sus ojos por ver cómo está su barrio. Por ella no pasan los años, pues seguirá rogando por las miles de promesas que avanzan en la noche acompañando a su Hijo, por los que pueblan su barrio de la Trinidad. Por Málaga...






16.3.08

Semana Santa de Málaga: Domingo de Ramos

Es un poco tarde, ya que me hubiera gustado poner este post ayer por la noche, pero las circunstancias no han querido que lo pusiera hasta el día de hoy, ya que he estado ocupada... viendo procesiones, obviamente :P


El día ha comenzado, como todos los años, con la llamada "cofradía de los Niños", la cofradía de la borriquita... La popular "Pollinica" hizo nuevamente su entrada a una nueva Jerusalén improvisada en las calles de Málaga, ante la expectación de miles de personas que inundaban las calles para ver al Señor de la Pollinica avanzar con paso lento pero seguro. Tras Él, María Santísima del Amparo seguía la estela de su Hijo con una mirada cargada de dulzura y una sonrisa que dejaba escapar tímidamente de sus labios. Lo más destacable: el famoso "paso pollinico" del trono de la Virgen, genialmente llevado (N.A: Paso pollinico; consiste en dos pasos adelante, mecida de izquierda a derecha y, nuevamente, dos pasos hacia adelante, saliendo con el pie izquierdo).


Justo después del paso de la Pollinica por la Alameda principal, María Santísima de Lágrimas y Favores (de las Reales Cofradías Fusionadas) efectuaba su salida de la parroquia de San Juan, ejecutando una difícil maniobra para recorrer las calles aledañas de dicho templo. No obstante, el buen hacer de los hombres de trono supo, un año más, hacer que la Virgen luciera espléndida en su trono procesional, haciendo que su manto se meciese grácilmente, al mismo compás que las bambalinas de su palio, recién bordado. Una Virgen de dulce semblante que, en pocos años, se ha hecho con el corazón de los malagueños, y que lleva como mayordomo a un malagueño de pro: Antonio Banderas.



Posteriormente, la Hermandad del Dulce Nombre comenzaba su recorrido por las calles de Málaga, partiendo desde el llano de Capuchinos, con el Cristo de la Soledad a la cabeza. Avanza con su rostro levemente inclinado, ni siquiera la compañía de dos soldados judíos ni del apóstol San Pedro (que reniega de él sin titubear), puede enturbiar esa soledad. Soledad de aquel que, pese a estar en compañía, se siente abandonado...


Pero la grata sorpresa de este año se produjo por la primera aprición en el panorama cofrade malagueño de María Santísima del Dulce Nombre, cotitular de la cofradía homónima. En un trono adaptado para ella (cedido gustosamente por la Cofradía de Viñeros) y con unas barras de palio ejecutadas por el taller de oficios de la cofradía del Prendimiento, la Virgen del Dulce Nombre hizo su gran aparición en unas calles atenazadas por un calor impropio para el tiempo que estamos, iluminándonos con la dulzura y belleza de su rostro más que los propios rayos del sol.


Posteriormente, la cofradía del Huerto iniciaba su andadura junto a la parroquia de Santo Domingo. El Cristo, atribuido a Fernando Ortiz, parecía querer consolarse en el pueblo malagueño por las fatídicas palabras que el ángel que lo acompañaba parecía murmurarle. De su conversación, tan sólo un mudo testigo: el olivo.


El mismo olivo que figuraba en el manto de la Virgen de la Concepción que, con su mirada fija en el cielo, parecía implorar un perdón, una ayuda que nunca llegaría...



Lejos, en la Iglesia de san Pablo, cuya torre se alzaba orgullosa sobre nuestras cabezas, como si quisiera rozar la cúspide celestial, la Hermandad de la Salud hacía acto de presencia, de la mano del Santísimo Cristo de la Esperanza en su Gran Amor, como primer crucificado de toda la Semana Santa y obra del ya famoso imaginero hispalense Luis Álvarez Duarte, autor igualmente de María Santísima de la Salud, Virgen guapa donde las haya. Y es que la Virgen de la Salud, en su trono, con la candelería encendida, está para chillarle de guapa.





En la rampa de Capuchinos, Málaga se transforma en Getsemaní, en el huerto donde Jesús fue apresado y entregado por uno de los suyos. Judas, con su beso, ha firmado la sentencia del Maestro, y Él acepta su destino con mirada triste y meditabunda, amparado por una Madre que todo lo perdona. Una vez más, Jesús del Prendimiento y María Santísima del Gran Perdón, vuelven a mostrar el fervor de una cofradía que cada año nos deslumbra con un desfile lleno de buen hacer, sobriedad y elegancia.


Y una Victoria, convertida por un momento en la antigua Iglesia de la Merced, el Señor de la Humildad comparece ante el pueblo de Málaga para escuchar de labios de Pilatos la sentencia final, la sentencia de muerte, la sentencia que cambiará el curso de la humanidad... Claudia Prócula, mujer del procónsul, se lamenta, porque sabe que condena a un inocente, al Rey de Reyes. Pero el Señor de la Humildad no dice palabra alguna; escucha tristemente, pero perdojna de corazón... Tras Él, Nuestra Señora y Madre de la Merced, la belleza hecha serenidad, unas lágrimas que perfilan un rostro moreno, una boca que deja exhalar un gemido por el destino de su Hijo... Un puñal que atraviesa su corazón.


Ha comenzado la Semana Santa...