4.5.09

La "Bocca della Verita"

Posiblemente, uno de los mayores atractivos turísticos de los que dispone la Península Itálica, objeto de flashes y montajes improvisados por todos aquellos que se dignen a visitar Santa María de Cosmedin, en Roma.

Se desconoce el uso inicial de la máscara marmórea, considerando diferentes hipótesis (todas ellas, válidas): desde su más que probable uso como fuente, hasta el no menos útil de cloaca (ello, debido a su cercanía con la llamada "Cloaca Máxima" de la capital del Imperio, sistema central de alcantarillado de la ciudad).

La leyenda sobre este monumento (y que se explica en la película) cuenta que quien miente pierde la mano al introducirla en la boca.

Su especial fama se debe, principalmente, a ciertos sucesos de tintes legendarios acontecidos allá por el siglo XI. Según cuenta la leyenda, el emperador Juliano el Apóstata, había cometido adulterio. La máscara, que formaba parte, hipotéticamente, del llamado Templo del Fauno, había de servir como base del juramento del emperador, quien debía reafirmar su maltrecha (e improbable) inocencia, jurando en la boca del fauno. No obstante, el demonio, haciéndose pasar por el Dios romano Mercurio, se escondió tras la misma y retuvo largo rato la mano de Juliano, haciéndole confesar ante todos su culpa como adúltero, y encomiándole a que incentivara la actividad comercial de Roma (no olvidemos que Mercurio era el Dios del Comercio).

No obstante, puede que la fama de la que goza hoy día sea debida, principalmente, a una película considerada hoy como mítica, protagonizada por una bellísima Audrey Hepburn y por Gregory Peck: "Vacaciones en Roma". Según se cuenta (y está documentado fotográficamente, como adjunto), durante el rodaje de la cinta, ante la Boca de la Verdad, Peck quiso gastar una broma a su compañera de rodaje, basándose en la leyenda antes comentada. Así, ni corto ni perezoso, introdujo su mano en el interior de la boca, al tiempo que la escondía en la manga de su chaqueta. Al sacarla, su compañera gritó asustada, al ver que de la mano sólo quedaba un muñón; se dice que la frágil actriz de ojos almendrados tuvo una crisis de ansiedad ante semejante visión, y lloró amargamente. Entonces Peck, divertido, ni corto ni perezoso, sacó su mano, que había escondido previamente, ante la incredulidad de Audrey Hepburn.

El director de la película, William Wyler no dudó un momento en meter la escena de la broma en la película al ver la reacción de Hepburn.

Sin duda, uno más de los muchos atractivos que esconde la Ciudad Eterna.

2 comentarios:

Diego dijo...

Maldita ignorancia la mía que hoy has sepultado, pues mis conocimientos llegaban poco más allá de las máquinas del tívoli aquellas que por veinte duros te leían el futuro. De hecho (y así aporto información) recuerdo que a Cheto se la leyeron una vez y le salió que iba a vivir en el campo, cultivando la tierra.

Cuando fui a Roma no la vi, cachis... lo llego a saber y la busco...

¡Viva la cultura! ¡Maldita y dulce ignorancia!

Cheto dijo...

Jejeje, la verdad es que yo tampoco sabía la historia que había detrás de aquellas burdas reproducciones de la feria y tivoli, gracias por ilustrarnos!!

Eso sí, la anécdota que dice Diego sí que la recuerdo, que me dio la picá una de las veces que la vi y me atreví a probarla a ver que decía. Me acuerdo que salió una hoja impresa con la tecnología de la época (es decir, mal, con impresora de aguja y puede que hasta en papel continuo XD). En la hoja te venía un dibujo de la mano y de las líneas y el texto con lo que la máquina predecía, que como decía Diego, era algo relacionado con campos, huertos y eso ... ¿quién sabe, se referiría a Turón en el futuro? :P

Qué pena que se hayan perdido esas máquinas tan carismáticas, jeje.