Lamento haber tardado tanto en narraros lo que hoy, a vuestros ojos, pueda parecer una historia de terror en toda regla, pero en los últimos días, un huésped inesperado me está dando bastantes problemas.
Os contaré mi experiencia...
Era la Nochebuena, y en mi casa, no se oía bicho viviente; tan sólo, el televisor, que nos mostraba imágenes que ahora mismo no recuerdo qué representaban exactamente. Pudiera tratarse de una película del Oeste, de ésas que tanto gustan a mi bienamado progenitor, pero mentiría si lo corroborase al 100%.
El caso es que, de repente, escuché a mis espaldas un sonido, similar al que realizan las patas de una hiena al rascar una pared. Mis ojos se volvieron a la chimenea, y ví que caían minúsculos trozos de ceniza solidificada a las ardientes llamas.
Mi sentido anti-GP dió un vuelco:
"Parece que al final te has atrevido, ¿eh, artista?"
Imbécil, por otro lado, de su parte, es tratar de llevar a cabo un allanamiento de morada con la chimenea encendida; pero en fin, no se puede esperar nada inteligente de un engendro como éste.
El resultado, obviamente, es el que esperáis...
Así, desde el día de Nochebuena, tengo un huésped non grato alojando su orondo culo en la chimenea de mi casa, y por más esfuerzos que hacemos, es imposible sacarlo de allí. ¿Alimentarlo? No lo alimentamos, porque con toda su grasa, aguantará un par de milenios más.
Pero en cuanto salga... QUE SE PREPARE!!
Os adjunto una imagen del GP atascado en mi chimenea.
¡¡¡VIVAN LOS REYES MAGOS!!!
¡¡¡MATEMOS AL GORDO PEDÓFILO
VESTIDO DE ROJO!!!