15.2.10

Vida opositora: Horario espartano

6:00: Suena el despertador. Es el momento de empezar con la rutina diaria en la que se entremezcla el trabajo con el estudio de 91 temas que se encuentran en continuo proceso de reforma. Cada mañana, cuando me levanto, mi primer pensamiento consiste en preguntarme a mí misma: "¿Habrán vuelto a cambiar algo?". Y es que desde que empezó el año, hemos estado a un ritmo en que el temario sufría una actualización por día (eso de media); de ahí, mis iniciales temores.
El temor a tener que olvidar lo que ya se encontraba más que machacado, el temor a tener que reformar un temario que, hasta hacía poco, creía completo y actualizado, el temor a ver cómo el trabajo de una semana (y meses enteros), se véía en la basura. Y es que, pese a que me digan en más de una ocasión: "La vida del opositor es la mejor que hay, porque tú eliges", nada está más lejos de la realidad.
Para poder memorizar toda la legislación necesaria, todos los conceptos, realizar actualizaciones y demás, nos vemos sometidos a un horario poco más que espartano, que comienza (al menos en mi caso) a las seis de la mañana. Cierto es que nosotros elegimos nuestro horario, y que nosotros hemos elegido esta forma de vida (tan criticada, una vez aprobamos); pero los que se encuentran inmersos en este mundo, sabrán tan bien como yo que se convierte en una rutina en la que, si faltas un sólo día a la misma, comienzas a comerte la cabeza e incluso a sufrir cargo de conciencia por no haber hecho lo que tenías planeado.
De ahí, es una continua jornada de estudio, que se realiza hasta en la jornada laboral (puedo considerarme afortunada de tener un trabajo de poco más de tres horas al día, en que puedo estudiar durante ese tiempo). Y así, un día tras otro, desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde. Doce horas de estudio...
En ocasiones, pienso que, por mucho que me cunda o me deje de cundir el día, necesitaría más horas para poder hacer aquello que, bajo mi punto de vista, necesito hacer. Incluso dormir, se torna una misión imposible, pues hay ocasiones en que, por mucho que quieras hacer un stop en la jornada y dejar que la mente vuele, es imposible no dejar de pensar en lo que has estudiado ese día.
Cierta vez, me dijeron: "El oficio de opositor es una carrera de fondo, un trabajo..."
Y no deja de ser cierto, ya que he comprobado en mis carnes que es así. Una jornada de doce horas, en las que sólo haces dos pausas de media hora para comer y cenar; las horas de sueño, son valiosas, pues por poco tiempo que se tenga, el descanso es vital para poder continuar al día siguiente con tan ardua jornada. También los caramelos se convierten en el mejor aliado del opositor, pues es necesario que, al menos cada dos horas, se realice un aporte de azúcar al cerebro, para que éste recupere las fuerzas necesarias.
Desde que oposito, me doy cuenta de que los momentos de descanso son fundamentales, hasta tal punto que, lejos de querer salir a la calle o correrme una buena juerga, pienso que mi cuerpo necesita más descansar en casa viendo una buena película (que me ayude a desconectar) o, simplemente, cerrar los ojos. Porque el esfuerzo mental es grande, llegando a ser casi sobrehumano, por más que a algunos les parezca lo contrario o les parezca que exageramos.
Muchas veces, pienso que no hago lo suficiente, pero otras muchas pienso que si hiciera más de lo que hago hoy día, seguramente caería enferma. Pero esto es algo que sólo conocemos quienes nos encontramos inmersos en este micromundo.
La incertidumbre de esperar año tras año a que salga la convocatoria de Empleo Público y ver que nuestras oposiciones están publicadas, el ínfimo número de plazas ofertadas, las noches en vela esperando al día del examen... Y la decepción que supone, en el caso de suspender, tener que pensar que nos queda un año más por delante para volver a presentarnos; porque nunca es un año justo, y lo mismo pueden salir que no salir...
Inmersa en unas oposiciones que unos días veo factibles, y otros imposibles...
Así es la vida del opositor. Sin Sol ni Luna...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo menos puedes dedicarte plenamente a estudiar. Hay gente que debe compaginarlo con el trabajo y te aseguro que es mucho más duro.

Mavichi dijo...

Bueno, podré dedicarmen plenamente a partir del 15 de octubre; mientras tanto,el trabajo me quita tres horas diarias que son vitales, y tengo que quitarme horas de sueño para estudiar mis doce horitas diarias básicas.