Durante los últimos tres años de clausura, en los que las largas jornadas de estudio se entremezclaban con un trabajo poco gratificante (al menos en los últimos meses) y jornadas en blanco en las que me sentía como un pájaro tratando de encontrar un cable de alta tensión en el que posarme (suena paradójico, aunque no deja de ser cierto), mi mente pensaba en la situación que atravesaba mi cuerpo, y se escapaba por praderas insondables.
La primera de las conclusiones a las que llegué, es que este camino que he elegido, pese a que te otorga una gran recompensa, te quita otras muchas cosas con el tiempo. No digo que lo que me ha quitado sea bueno a día de hoy, pues todo este período me ha hecho darme cuenta de quién está a mi lado realmente, y quién no.
No es amigo aquel que te dora la oreja, aquel que cuando está ante tí no para de decirte lo guapa que eres y lo amigos del alma que somos [N.A.: Mucho te quiero, perrito, pero pan, poquito]. Ese "amigo" que luego no te llama ni siquiera para preguntarte como estás, ni puede sacar un rato de su apretada agenda para tomar un café contigo. Ese amigo que sólo te llama (previo halago), para que le saques las castañas del fuego en un momento determinado (por su incapacidad o su "flojera" crónica para realizar por sí mismo ciertas empresas), o para aprovecharse de tí al máximo.
Pero sí es amigo el que te da un abrazo sin pedirlo... El que, aunque pasen varios meses sin noticias suyas, te llama, simplemente, para preguntarte cómo estás... Ese amigo que saca un momento para darte ánimos cuando los necesitas... Ese amigo que, a pesar de la distancia, hace por llamarte y por quedar contigo, aunque sea media hora... Ese amigo que TE QUIERE EN SU VIDA...
Quizás he elegido el camino más difícil de todos... Al menos, de los que existen actualmente, pero es un camino que me está enseñando mucho. No sólo en lo académico, o en cuanto a fortaleza física y moral se refiere, sino también en lo que respecta a la vida.
Abro los ojos a la vida... Me doy cuenta de los que verdaderamente están en ella y quieren formar parte de ella... Y sois muchos... Más de los que en un principio pensaba...
Pero sabéis que mi destino, como ya os he dicho muchas veces, no está en Málaga. Málaga me agobia demasiado a estas alturas de mi vida, no por circunstancias o momentos pasados. Al fin y al cabo, muchas de las personas a las que quiero, están aquí. Pero siento que éste no es mi sitio...
Realmente, no lo he sentido nunca como "mi sitio". ¿Soy de algún lugar acaso? Pienso que no... Un lugar, al fin y al cabo, no es más que una circunstancia de carácter territorial en la vida de toda persona. Unas veces estás aquí, y otras allí.
En mi caso, siento que no estaré aquí. Al menos, no por mucho tiempo. "Yo no soy de aquí", dijo el poeta.
Y es cierto...
Necesito un cambio que en Málaga no puede llegar de ninguna de las maneras. No un cambio de mentalidad (ése lo estoy sufriendo en los últimos meses con el transcurrir de mi vida), sino un cambio de ambiente. Quiero crear mi vida, mi propia vida, lejos de aquí. Demostrarme a mí misma que "puedo", que "valgo".
Y aquí, no está ese sitio...
Volveré, porque es verdad que pienso volver. Pero todos sabéis que, pase lo que pase, y esté donde esté, siempre me tendréis. Siempre... No importa la distancia, seguiré estando aquí...