Hay momentos en la vida caracterizados por su crudeza, por la especial dificultad que presentan, por una determinada situación en la que tu vida se detiene en un punto muerto cuyo avance depende de un determinado acontecimiento propugnado por la voluntad unilateral de uno mismo, por su propio esfuerzo.
Hay momentos en que la fortaleza propia juega un papel fundamental... Momentos en que los ánimos caen en picado, como en una montaña rusa, y nuestra capacidad para ver el lado bueno de las cosas queda eclipsada, por un tiempo más o menos largo.
Es en esos momentos cuando el apoyo externo juega una baza fundamental... No el apoyo que queda sobreentendido en cualquier situación, sino el que se demuestra con los hechos y las palabras. Porque, a veces, una palabra puede cambiar el curso de la historia.
"Una palabra tuya bastará para sanarme..."
A veces pienso que, en determinados momentos, los demás no entienden esta situación, motivada por el agobio, el aislamiento (elegido) y por circunstancias extra-académicas que no vienen al caso, pero que pueden llegar a influir negativamente en el curso normal de los acontecimientos.
A veces, un determinado comportamiento ajeno, puede traer como consecuencia una caída; tal vez no por el contenido de las palabras, ni porque éstas lleguen con buena (la mayoría de las veces) o mala intención. En absoluto... La caída se produce por el cansancio del cuerpo y del espíritu, algo que a veces es incomprensible para aquellos que no viven en nuestro interior.
A veces podemos pecar de egocéntricos, de que en medio de nuestra situación de agobio prestamos oídos sordos a los demás, a sus vidas y logros personales, puediendo llegar a parecer que nos cubrimos con la fría máscara de la indiferencia y el pasotismo, que parece obviar tales hechos. Nada más lejos de la realidad...
Es, quizás, en esos momentos de especial flaqueza, cuando llegamos a valorar de forma superior los logros conseguidos por nuestros congéneres, tal vez más que aquellas personas que se encuentran ya sumidas en una cierta estabilidad en su vida diaria. La razón, es muy simple: valoramos el esfuerzo, pues estamos constantemente sometidos a tal rutina, la rutina del sacrificio y del esfuerzo diario, la renuncia, la incertidumbre...
Porque hay incertidumbre, y mucha... Tal vez más de lo que las personas lleguen a pensar o imaginar ... Hay sentimientos, y muchos...
Sentimos, pensamos... y queremos...
Por eso, tal vez, cuando nuestras fuerzas fallan, más que consejos, necesitamos comprensión... Una palabra de aliento, un: "tú puedes", "ánimo" y un "estoy orgulloso/a de tí"... No dejarlas sobreentendidas o como presencias fantasmales que nadie ha visto pero que todo el mundo sabe que están ahí, sino como manifestaciones reales.
Apoyo, cariño, comprensión...
Todo lo que el ser humano pide en momentos duros...
Hay momentos en que la fortaleza propia juega un papel fundamental... Momentos en que los ánimos caen en picado, como en una montaña rusa, y nuestra capacidad para ver el lado bueno de las cosas queda eclipsada, por un tiempo más o menos largo.
Es en esos momentos cuando el apoyo externo juega una baza fundamental... No el apoyo que queda sobreentendido en cualquier situación, sino el que se demuestra con los hechos y las palabras. Porque, a veces, una palabra puede cambiar el curso de la historia.
"Una palabra tuya bastará para sanarme..."
A veces pienso que, en determinados momentos, los demás no entienden esta situación, motivada por el agobio, el aislamiento (elegido) y por circunstancias extra-académicas que no vienen al caso, pero que pueden llegar a influir negativamente en el curso normal de los acontecimientos.
A veces, un determinado comportamiento ajeno, puede traer como consecuencia una caída; tal vez no por el contenido de las palabras, ni porque éstas lleguen con buena (la mayoría de las veces) o mala intención. En absoluto... La caída se produce por el cansancio del cuerpo y del espíritu, algo que a veces es incomprensible para aquellos que no viven en nuestro interior.
A veces podemos pecar de egocéntricos, de que en medio de nuestra situación de agobio prestamos oídos sordos a los demás, a sus vidas y logros personales, puediendo llegar a parecer que nos cubrimos con la fría máscara de la indiferencia y el pasotismo, que parece obviar tales hechos. Nada más lejos de la realidad...
Es, quizás, en esos momentos de especial flaqueza, cuando llegamos a valorar de forma superior los logros conseguidos por nuestros congéneres, tal vez más que aquellas personas que se encuentran ya sumidas en una cierta estabilidad en su vida diaria. La razón, es muy simple: valoramos el esfuerzo, pues estamos constantemente sometidos a tal rutina, la rutina del sacrificio y del esfuerzo diario, la renuncia, la incertidumbre...
Porque hay incertidumbre, y mucha... Tal vez más de lo que las personas lleguen a pensar o imaginar ... Hay sentimientos, y muchos...
Sentimos, pensamos... y queremos...
Por eso, tal vez, cuando nuestras fuerzas fallan, más que consejos, necesitamos comprensión... Una palabra de aliento, un: "tú puedes", "ánimo" y un "estoy orgulloso/a de tí"... No dejarlas sobreentendidas o como presencias fantasmales que nadie ha visto pero que todo el mundo sabe que están ahí, sino como manifestaciones reales.
Apoyo, cariño, comprensión...
Todo lo que el ser humano pide en momentos duros...
¿Lógico o ilógico?
1 comentario:
Realmente, me ha conmovido.
Soy Juanma. La verdad es que estaba aburrido leyendo no se qué de Sócrates en internet y me dió por mirar los enlaces de Amarok (es que no tengo (o tenía) las direcciones de otros blogs)cuando me topé con tu íntimo rincón.
Empecé leyendo el Post de la fiesta retro y fui subiendo. Ojeaba un post tras otros sin interesarme demasiado debido a que son cosas muy tuyas que me pillan de lejos, añadiendo la extensión que alcanza cada uno escrito con un estilo que tu sabes que no compartimos. Pero es en este, en el que me paré y piensé: "Pues es verdad que tras los actos de cada persona se esconde un sinfín de problemas, situaciones, etc." Por supuesto que ayudan las palabras de ánimo. Si es que no sabemos nada de los demás. Si es que juzgamos continuamente sin saber.
Cuántos perdones debemos y no sabemos que los debemos. Sin duda te mereces palabras de apoyo, pero cuán lejos me pilla.
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