Sorprenderá mucho la elaboración de un post eminentemente jurídico en este, mi rincón; no obstante, pienso que los acontecimientos que se están viviendo en nuestro país (recientemente, la Huelga General del 29 -S), hacen necesario centrarnos en el estudio de dos puntos claves a tener en cuenta.
Normalmente, hubiera pasado un poco de esta situación, pero, como futura experta en Derecho Laboral y por el simple hecho de estar a la cola del paro, uniéndome a los millones de parados que pululan en nuestro país, me veo en la "relativa obligación" de definir dos derechos fundamentales.
Por una parte, el derecho de huelga; por otro, el derecho y deber de trabajar, ambos artículos reconocidos en nuestra Carta Magna y, por tanto, considerados como fundamentales (e igualmente susceptibles de protección por medio de recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional).
ART. 28.2 CE: " Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses.[...]"
Junto a este artículo, destaca el no menos importante art. 35 CE, donde se establece lo siguiente: "Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo."
El derecho de huelga es lo que los juristas conocemos como un derecho de carácter individual, pero de ejercicio colectivo, siendo un método de presión ante los conflictos colectivos suscitados entre empresarios y trabajadores (o, en este caso, entre sindicatos como ¿representación? de los trabajadores y el Gobierno). Las principales consecuencias de su ejercicio podrían resumirse en las siguientes:
- Situación asimilada al alta en la Seguridad Social
- Pérdida de la remuneración (hablando en plata, del sueldo)
- Pérdida del derecho a cotizar
- Asistencia sanitaria y protección social y familiar
Ahora bien, esto no es equivalente para todo el mundo, pues los que se dedican al ejercicio sindical (los llamados "liberados sindicales"), no pierden la remuneración que les corresponde por el ejercicio del derecho de huelga (de ahí, mis reservas al ejercicio del mismo). Tampoco pierden su derecho a cotizar y, hablando en plata, son los que menos pierden por el ejercicio de este derecho constitucional, en tanto que los trabajadores normales tienen que observar atónitos cómo les descuentan un día de trabajo, les reducen la parte proporcional de las vacaciones y tantos otras perjuicios. En el caso de los liberados sindicales, esto no sucede así, pues su situación queda reconocida como "relación laboral" a efectos legales (v. ET y LGSS); eso sí, siempre que se considere su actividad sindical como exclusiva y ello no perturbe su ¿normal? actividad laboral.
Una auténtica discriminación que la reforma consagrada por medio de la LEY 35/2010, de 17 de septiembre, no ha conseguido paliar (como tampoco ha conseguido paliar otras muchas cosas).
En el caso de la Huelga General del 29 - S, la consigna de la misma ha sido: "Contra la reforma Laboral". Pero, ¿qué puntos de la misma? La reforma laboral en sí misma, y bajo mi punto de vista, es un "parche" más en el sistema legal español, que en nada servirá para paliar la situación que el Estado atraviesa. Y esta huelga, no ha sido sino una forma de camuflar los muchos errores que está cometiendo el ejecutivo.
Para empezar, por el motivo de la Huelga: contra la reforma. ¿No podrían haberse manifestado o haberla convocado antes de que la controvertida reforma hubiera sido aprobada por el Congreso? ¿No podrían haberse manifestado cuando todavía no era más que un simple borrador? Porque, antes del RD-Ley 10/2010 (que no fue sino el precedente de la reforma), éste se encontraba ya circulando, desde finales del año pasado (de hecho, el borrador llegó a mis manos en Febrero de este año). Es decir, que ya se tenía conocimiento de la misma y de los aspectos que iba a variar.
Por otro lado, por los llamados "piquetes informativos". ¡Madre mía! Menos mal que son "informativos" y no son "ofensivos", de lo contrario, el aspecto de nuestro país se hubiera asemejado más a un campo de batalla que a una simple manifestación (a pesar de que en zonas como Barcelona, el ejercicio de la huelga se haya transformado en una batalla campal).
La huelga, como tal, es un ejercicio libre: la practica quien quiere, y dado que es un derecho constitucional, es irrenunciable de por sí. Pero, el ejercicio del derecho de huelga, ¿supone la confrontación con el derecho a trabajar de aquel que no quiere secundarla? Pienso personalmente, que no.
Una cosa es que se informe de los motivos de la huelga y que, amablemente, se anime a secundar la misma. Pero otra cosa muy diferente es usar la violencia, la intimidación y otros medios coactivos para que cientos de trabajadores (que no desean que sus sueldos se vean aún más mermados por la mano ¿amiga? del Gobierno), que quieren acudir a su puesto de trabajo, no puedan acceder al mismo.
Es aquí donde ya entra en juego la palabra "vandalismo": cierre de cerraduras con silicona, ruptura de escaparates, quema de contenedores y neumáticos, corte del tráfico, acoso a los trasnportistas y a aquellos que deben cumplir los llamados "servicios mínimos"... e incluso agresiones físicas y verbales (en Málaga, en concreto, la jornada de huelga se saldó con cinco heridos).
¿El fin justifica los medios? Bajo mi humilde opinión, pienso que no, en ningún caso. Sobre todo, cuando ya entramos en el terreno de la violación de la integridad física e ideológica de nuestro semejante (porque la coacción, no es más que eso: una violación de la integridad). Con el espectáculo que nos ofrecieron ayer los sindicatos, los partidos políticos y los "piquetes", lo único que saco en claro es una cosa: España necesita una reforma urgente. Y no sólo laboral olegal, sino un cambio de mentalidad que precisa la sociedad como agua de mayo; un cambio político, un cambio dentro de aquellos que dicen que representan a los trabajadores y que no son sino meros títeres en manos de un Ejecutivo que no hace más que liarla a cada paso que da.
Esta huelga, mal que nos pese, no ha servido de nada... Sólo nos ha demostrado que el ser humano está cayendo en lo más bajo, al no respetar a sus semejantes...
Le pese a quien le pese...
Normalmente, hubiera pasado un poco de esta situación, pero, como futura experta en Derecho Laboral y por el simple hecho de estar a la cola del paro, uniéndome a los millones de parados que pululan en nuestro país, me veo en la "relativa obligación" de definir dos derechos fundamentales.
Por una parte, el derecho de huelga; por otro, el derecho y deber de trabajar, ambos artículos reconocidos en nuestra Carta Magna y, por tanto, considerados como fundamentales (e igualmente susceptibles de protección por medio de recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional).
ART. 28.2 CE: " Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses.[...]"
Junto a este artículo, destaca el no menos importante art. 35 CE, donde se establece lo siguiente: "Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo."
El derecho de huelga es lo que los juristas conocemos como un derecho de carácter individual, pero de ejercicio colectivo, siendo un método de presión ante los conflictos colectivos suscitados entre empresarios y trabajadores (o, en este caso, entre sindicatos como ¿representación? de los trabajadores y el Gobierno). Las principales consecuencias de su ejercicio podrían resumirse en las siguientes:
- Situación asimilada al alta en la Seguridad Social
- Pérdida de la remuneración (hablando en plata, del sueldo)
- Pérdida del derecho a cotizar
- Asistencia sanitaria y protección social y familiar
Ahora bien, esto no es equivalente para todo el mundo, pues los que se dedican al ejercicio sindical (los llamados "liberados sindicales"), no pierden la remuneración que les corresponde por el ejercicio del derecho de huelga (de ahí, mis reservas al ejercicio del mismo). Tampoco pierden su derecho a cotizar y, hablando en plata, son los que menos pierden por el ejercicio de este derecho constitucional, en tanto que los trabajadores normales tienen que observar atónitos cómo les descuentan un día de trabajo, les reducen la parte proporcional de las vacaciones y tantos otras perjuicios. En el caso de los liberados sindicales, esto no sucede así, pues su situación queda reconocida como "relación laboral" a efectos legales (v. ET y LGSS); eso sí, siempre que se considere su actividad sindical como exclusiva y ello no perturbe su ¿normal? actividad laboral.
Una auténtica discriminación que la reforma consagrada por medio de la LEY 35/2010, de 17 de septiembre, no ha conseguido paliar (como tampoco ha conseguido paliar otras muchas cosas).
En el caso de la Huelga General del 29 - S, la consigna de la misma ha sido: "Contra la reforma Laboral". Pero, ¿qué puntos de la misma? La reforma laboral en sí misma, y bajo mi punto de vista, es un "parche" más en el sistema legal español, que en nada servirá para paliar la situación que el Estado atraviesa. Y esta huelga, no ha sido sino una forma de camuflar los muchos errores que está cometiendo el ejecutivo.
Para empezar, por el motivo de la Huelga: contra la reforma. ¿No podrían haberse manifestado o haberla convocado antes de que la controvertida reforma hubiera sido aprobada por el Congreso? ¿No podrían haberse manifestado cuando todavía no era más que un simple borrador? Porque, antes del RD-Ley 10/2010 (que no fue sino el precedente de la reforma), éste se encontraba ya circulando, desde finales del año pasado (de hecho, el borrador llegó a mis manos en Febrero de este año). Es decir, que ya se tenía conocimiento de la misma y de los aspectos que iba a variar.
Por otro lado, por los llamados "piquetes informativos". ¡Madre mía! Menos mal que son "informativos" y no son "ofensivos", de lo contrario, el aspecto de nuestro país se hubiera asemejado más a un campo de batalla que a una simple manifestación (a pesar de que en zonas como Barcelona, el ejercicio de la huelga se haya transformado en una batalla campal).
La huelga, como tal, es un ejercicio libre: la practica quien quiere, y dado que es un derecho constitucional, es irrenunciable de por sí. Pero, el ejercicio del derecho de huelga, ¿supone la confrontación con el derecho a trabajar de aquel que no quiere secundarla? Pienso personalmente, que no.
Una cosa es que se informe de los motivos de la huelga y que, amablemente, se anime a secundar la misma. Pero otra cosa muy diferente es usar la violencia, la intimidación y otros medios coactivos para que cientos de trabajadores (que no desean que sus sueldos se vean aún más mermados por la mano ¿amiga? del Gobierno), que quieren acudir a su puesto de trabajo, no puedan acceder al mismo.
Es aquí donde ya entra en juego la palabra "vandalismo": cierre de cerraduras con silicona, ruptura de escaparates, quema de contenedores y neumáticos, corte del tráfico, acoso a los trasnportistas y a aquellos que deben cumplir los llamados "servicios mínimos"... e incluso agresiones físicas y verbales (en Málaga, en concreto, la jornada de huelga se saldó con cinco heridos).
¿El fin justifica los medios? Bajo mi humilde opinión, pienso que no, en ningún caso. Sobre todo, cuando ya entramos en el terreno de la violación de la integridad física e ideológica de nuestro semejante (porque la coacción, no es más que eso: una violación de la integridad). Con el espectáculo que nos ofrecieron ayer los sindicatos, los partidos políticos y los "piquetes", lo único que saco en claro es una cosa: España necesita una reforma urgente. Y no sólo laboral olegal, sino un cambio de mentalidad que precisa la sociedad como agua de mayo; un cambio político, un cambio dentro de aquellos que dicen que representan a los trabajadores y que no son sino meros títeres en manos de un Ejecutivo que no hace más que liarla a cada paso que da.
Esta huelga, mal que nos pese, no ha servido de nada... Sólo nos ha demostrado que el ser humano está cayendo en lo más bajo, al no respetar a sus semejantes...
Le pese a quien le pese...