No pocas veces nos hemos situado ante enigmático retrato, pintado por Coello, y albergado en la colección del Museo del Prado. A muchos nos suscitaba, pura y simplemente, la imagen de una especie de corsaria de los tiempos de Felipe II. Una mujer bella, ataviada a la usanza de nuestra edad de oro, pero con un toque particular: un parche en su ojo derecho.
Pocos conocen el origen de esta misteriosa mujer, llamada por la historia con el sobrenombre de "La Princesa de Éboli", por su casamiento con Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, a la edad de doce años. Recibió las aguas bautismales llamándose Ana Mendoza y de la Cerda, convirtiéndose a falta de hijos varones en cabeza de la noble Familia de los Mendoza y Duquesa de Pastrana.
El rasgo principal de su personalidad, aparte de su gusto por el lujo, su carácter altivo y sus caprichosas actuaciones, era la presencia de un parche que se convirtió en una parte más de su indumentaria, lo cual le valió el sobrenombre de "La Tuerta".
Sobre tal hecho, la teoría predominante radica en que, durante su infancia, practicando la esgrima, dio un traspiés y un paje le ensartó el ojo con el florete, perdiéndolo en el acto. Otros, consideran la posibilidad de que no fuese tuerta, y que simplemente intentase ocultar algún defecto físico ocular, tales como una cuenca de color blanco (a diferencia del color castaño del ojo visible), o que era bizca. Aunque no faltan entendidos que consideran que dicho parche lo empleaba como simple aderezo, como un adorno más de su vestuario que utilizaba más por coquetería y por su afán desmedido de llamar la atención que por un aparente defecto físico.
Aun así, fue una de las mujeres más notables y cultas de su tiempo, ganándose el favor del rey Felipe II y de su tercera esposa, Isabel de Valois, de quien se convirtió en íntima amiga, dado que ambas tenían aproximadamente la misma edad (Isabel tenía quince años cuando llegó a España, en tanto que la Princesa era cinco años mayor que ella y, por tanto, una de las Damas más jóvenes de la Corte de Felipe II). Es más, se apoyaron mutuamente durante el primer embarazo de la Reina (que tendría como fruto el nacimiento de la infanta Isabel Clara Eugenia), y uno de los numerosos embarazos de Ana (tuvo diez hijos con el príncipe de Éboli, de los cuales sólo cinco superaron la edad adulta).
Fue en esta época, cuando conoció a Antonio Pérez, futuro secretario real y principal propulsor del llamado partido ebolista (al ser discípulo de Ruy Gómez). Durante este período, Ana gozó de gran favor en la Corte, aunque no le faltaron oposiciones, por sus extravagantes comportamientos de cara a la galería.
Próximo Capítulo: Conflictos con Santa Teresa de Jesús y
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