El 5º en caer, y ya quedaban menos...
Tras terminar la batalla, el mago Voltier se dirigió hacia su tienda, arropado por las felicitaciones de los generales de su ejército. Ciertamente su comportamiento en la batalla había sido excelente desde su punto de vista, pues había utilizado hechizos sumamente complejos en momentos muy acertados. Se sentía lleno de orgullo. Quizás demasiado orgullo. De hecho, era conocido por los demás como un personaje egocéntrico y vanidoso, aunque él se lo tomaba como un cumplido, pues se creía que con su magia era capaz de resolver todos los problemas que se le planteasen...
Esa noche, mientras los demás celebraban la victoria, él se dedicó a descansar. Sin embargo, a mitad de la noche se despertó sobresaltado. Un pequeño dragón dorado se había colado en su tienda, dejando a este acorralado en su hamaca. Sabía que debía actuar rápido, pues estas criaturas eran muy impulsivas. Pero su situación era compleja: tenía una postura complicada para pronunciar hechizos. También corría el riesgo de dañarse a sí mismo. Por otra parte tampoco sabía el punto débil de su adversario... El dragón comenzó a abrir la boca, dando un rápido brinco hacia Voltier. Este, de modo reflejo, agarró su bastón y propinó un potente golpe en la cabeza de la bestia, partiendo el cráneo de esta y acabando con su vida. Voltier, conmocionado, se dio cuenta que la fuerza física le había salvado la vida y la magia, por primera vez, le había abandonado. Este hecho le abrió los ojos. Se levantó de su lecho, tomó algunos alimentos y abandonó el campamento, con la intención de no volver a utilizar la magia en su vida. Su intención era convertirse en artesano de la madera.
Voltier fue el quinto en caer, y cada vez quedaban menos...
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