"Quien calla, otorga", suele decirme siempre mi madre; y a veces pienso que el hecho de estar callada, o dicho de otro modo, el hecho de no comentar nada de lo que podamos sentirnos más o menos avergonzados, es a veces una respuesta más concluyente que todos los posibles silogismos y frases retóricas que podamos utilizar en una conversación.
Hoy día, me siento impotente, pues estoy contemplando con mis ojos acontecimientos que me llenan de pesadumbre, de rabia; el hecho de conocer que se está jugando a la ruleta rusa con alguien que, o bien no ve realmente el mal que le hacen, o bien no desea conocer el verdadero sentido de la realidad.
Peleo contra dos polos opuestos: mi razón, y mi corazón.
El corazón me dice que hable, pues nadie tiene derecho a vivir en medio de una mentira, de un sinsentido que a veces no podemos apreciar con nuestros propios ojos; el corazón me pide que ayude, que actúe cuanto antes, impidiendo que el posible daño a producir sea demasiado grande.
Pero la razón me dice "Detente..."
"Detente..., porque ya has hecho demasiado, porque ya lo advertiste en su momento; porque lo diste todo y te pagaron con golpes, lo diste todo para derramar lágrimas, lo diste todo para perder algo que tú considerabas grande... Lo diste todo, hasta a tí misma, para que luego te desecharan como un pañuelo usado; te hundieron, te despreciaron, te negaron... Puedes conseguir que perciba la realidad, pero en tanto permanezca ciego, no podrás hacer nada; pues no hay más ciego que aquel que no quiere ver, no hay más sordo que aquel que no quiere escuchar..."
Y cuando mi razón me habló, lloré... Lloré de rabia, de impotencia; lloré porque mi razón tenía razón, porque ya hice en su momento todo lo que podía hacer y más; y me llena de pesar que aquello que advertí en un momento, se esté cumpliendo a pasos agigantados, me arrepiento de haber acertado... Me llena de pesar que las cosas se estén desarrollando tal como en un principio eso que llamamos "sexto sentido" me dictó, tal como cualquier ser humano podría haber apreciado a simple vista...
Pero he decidido callar, pues de nada sirve que hable...
Dejaré que el tiempo ponga cada cosa en su sitio, que me dé la razón, que hable...
Hoy día, me siento impotente, pues estoy contemplando con mis ojos acontecimientos que me llenan de pesadumbre, de rabia; el hecho de conocer que se está jugando a la ruleta rusa con alguien que, o bien no ve realmente el mal que le hacen, o bien no desea conocer el verdadero sentido de la realidad.
Peleo contra dos polos opuestos: mi razón, y mi corazón.
El corazón me dice que hable, pues nadie tiene derecho a vivir en medio de una mentira, de un sinsentido que a veces no podemos apreciar con nuestros propios ojos; el corazón me pide que ayude, que actúe cuanto antes, impidiendo que el posible daño a producir sea demasiado grande.
Pero la razón me dice "Detente..."
"Detente..., porque ya has hecho demasiado, porque ya lo advertiste en su momento; porque lo diste todo y te pagaron con golpes, lo diste todo para derramar lágrimas, lo diste todo para perder algo que tú considerabas grande... Lo diste todo, hasta a tí misma, para que luego te desecharan como un pañuelo usado; te hundieron, te despreciaron, te negaron... Puedes conseguir que perciba la realidad, pero en tanto permanezca ciego, no podrás hacer nada; pues no hay más ciego que aquel que no quiere ver, no hay más sordo que aquel que no quiere escuchar..."
Y cuando mi razón me habló, lloré... Lloré de rabia, de impotencia; lloré porque mi razón tenía razón, porque ya hice en su momento todo lo que podía hacer y más; y me llena de pesar que aquello que advertí en un momento, se esté cumpliendo a pasos agigantados, me arrepiento de haber acertado... Me llena de pesar que las cosas se estén desarrollando tal como en un principio eso que llamamos "sexto sentido" me dictó, tal como cualquier ser humano podría haber apreciado a simple vista...
Pero he decidido callar, pues de nada sirve que hable...
Dejaré que el tiempo ponga cada cosa en su sitio, que me dé la razón, que hable...
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