Para elaborar el siguiente post,he tenido que informarme arduamente sobre distintos documentos y archivos de la época en la que acontecieron los desastres que acabaron prácticamente con la casi totalidad del patrimonio cultural y cofrade de la capital malagueña. Uno de los mejores no es otro que el hilo argumental de una novela escrita en primera persona por el malagueño Salvador González Anaya, en los primeros años de la década de los años treinta y que lleva por título "Las vestiduras recamadas" (LVR). Esta novela, cuya primera edición se produjo en el año 1932, fue editada el pasado año por el Periódico Sur.
A partir de la misma,podemos hacernos una idea de los acontecimientos que minaron la ciudad de Málaga en mayo de 1931 y que se conocieron en los anales de la Historia como la ya tristemente recordada "quema de conventos".Y es que realmente el fuego fue el verdadero protagonista de este pasaje histórico., pues fue el arma preferida por la mayoría de los exaltados para acabar con todas aquellas obras que mostrasen algún elemento religioso. Entre las distintas figuras que perecieron (hipotéticamente) destacaba la obra realizada por el granadino Pedro de Mena y Medrano que, a principios del siglo XX, fue consagrado como Cristo Protector del Cuerpo de la Legión Española: el Cristo de Mena.
En LVR, González Anaya comienza a hablarnos sobre la magnificencia de los desfiles procesionales acontecidos en Abril de 1931, especialmente en lo que al Nazareno del Paso se refería (podría decirse que su desfile era el más puntero de todos los que se realizaban). Pero, desde siempre, el desfile que más gente congregaba era el que se producía en torno a la imagen del Cristo de Santo Domingo.
Tras leer la obra, puedo decir, sin ningún género de dudas, que el pasaje más impactante, excluyendo el que describe la destrucción de la imagen, es el titulado "La Misa de las Zorras", que tiene por protagonistas a una muchedumbre capitaneada por una serie de señoritas de vida alegre que ofician una misa impúdica en una de las Iglesias destruidas poco después (creo que se trataba de la desaparecida Iglesia de la Merced). El espectáculo se presente dantesco a nuestros ojos: figuras profanadas, mofa en torno al catolicismo, copas sirviendo para beber manzanilla... y orgías sexuales descontroladas. A este respecto, cabe señalar que el autor no se manifiesta como ferviente católico, sino como un espectador imparcial que lamenta la pérdida de obras de arte de calidad del patrimonio cultural malagueño.
También el padre del genial pintor malagueño Félix Revello de Toro (que por entonces contaba unos cinco años) fue testigo de excepción de tales acontecimientos, siendo patente su pesar por la quema del Cristo de Mena. No obstante, la imagen no se daba aún por perdida...
¿Por qué razón? Lo descubriremos en la próxima entrega, en la que ya os relataré los hechos con pelos y señales.
A partir de la misma,podemos hacernos una idea de los acontecimientos que minaron la ciudad de Málaga en mayo de 1931 y que se conocieron en los anales de la Historia como la ya tristemente recordada "quema de conventos".Y es que realmente el fuego fue el verdadero protagonista de este pasaje histórico., pues fue el arma preferida por la mayoría de los exaltados para acabar con todas aquellas obras que mostrasen algún elemento religioso. Entre las distintas figuras que perecieron (hipotéticamente) destacaba la obra realizada por el granadino Pedro de Mena y Medrano que, a principios del siglo XX, fue consagrado como Cristo Protector del Cuerpo de la Legión Española: el Cristo de Mena.
En LVR, González Anaya comienza a hablarnos sobre la magnificencia de los desfiles procesionales acontecidos en Abril de 1931, especialmente en lo que al Nazareno del Paso se refería (podría decirse que su desfile era el más puntero de todos los que se realizaban). Pero, desde siempre, el desfile que más gente congregaba era el que se producía en torno a la imagen del Cristo de Santo Domingo.
Tras leer la obra, puedo decir, sin ningún género de dudas, que el pasaje más impactante, excluyendo el que describe la destrucción de la imagen, es el titulado "La Misa de las Zorras", que tiene por protagonistas a una muchedumbre capitaneada por una serie de señoritas de vida alegre que ofician una misa impúdica en una de las Iglesias destruidas poco después (creo que se trataba de la desaparecida Iglesia de la Merced). El espectáculo se presente dantesco a nuestros ojos: figuras profanadas, mofa en torno al catolicismo, copas sirviendo para beber manzanilla... y orgías sexuales descontroladas. A este respecto, cabe señalar que el autor no se manifiesta como ferviente católico, sino como un espectador imparcial que lamenta la pérdida de obras de arte de calidad del patrimonio cultural malagueño.
También el padre del genial pintor malagueño Félix Revello de Toro (que por entonces contaba unos cinco años) fue testigo de excepción de tales acontecimientos, siendo patente su pesar por la quema del Cristo de Mena. No obstante, la imagen no se daba aún por perdida...
¿Por qué razón? Lo descubriremos en la próxima entrega, en la que ya os relataré los hechos con pelos y señales.
1 comentario:
Os aconsejo que leáis el pasaje de "La Misa de las Zorras".
Es descabelladamente desgarrador...
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