5.6.07

Los 21 Guerreros: Cuento 13

El 13º en caer, y ya quedaban menos...

Aquella noche todo el ejército del Rey Koh que se encontraba bajo las órdenes del general Arghem, se encontraba celebrando un gran banquete por motivo de la conquista de las tierras de Valdher, entre ríos de cerveza y festivales de carne, aderezados con el espectáculo de arqueros, bufones y por la presencia de hermosas camareras. Gutell, uno de esos soldados, estaba especialmente atento a los pasos de una de esas camareras, más incluso que al propio banquete.

Esa noche todos tenían algo que contar. Los que eran compañeros se narraban las hazañas de la batalla, o los extraños imprevistos que les surgieron. Sin duda, tenían motivos para estar contentos, o por lo menos, el ambiente invitaba a ello. Por supuesto, Gutell también tenía mucho que contar a sus compañeros, pero en vez de eso se pasó la mayor parte de la noche mirando a una de las camareras, de largo pelo azabache, unos hermosos ojos de color esmeralda y una piel tostada, pistas con las cuales Gutell pudo suponer que había nacido por estas tierras. Cualquier excusa era buena para mirarla: una petición de cerveza, un chiste de mal gusto,... todo era poco para admirar su cadencioso contoneo y su amplia sonrisa. Los compañeros de Gutell llegaron incluso a llamarle la atención por tan extraño despiste, pero en poco tiempo descubrieron qué era lo que estaba pasando. Por ello comenzaron a reírse de la escena, no con maldad, pero si por fastidiar un poco. Animaban a Gutell bien a que se lanzara a por la muchacha o bien a que se distrajera a base de vino y cerveza. La situación llegó a ser tan incómoda que optó por levantarse para hablar con la muchacha, entre risas de sus compañeros. Gutell la siguió fuera de la zona que se había destinado al banquete, entre las sombras, donde la muchacha se iba introduciendo, cada vez más alejada del campamento. El soldado llegó a pensar que lo estaba haciendo a propósito pues conocía sus intenciones. Esto le dio alguna pequeña esperanza. Por fin, ya fuera del campamento, pudo distinguir la figura de la joven a lo lejos, inmóvil. Gutell se le acercó con el corazón en un puño y se colocó justo detrás de ella. Tembloroso y tartamudo, intentó dirigirle unas palabras, pero estaba demasiado tenso. Para su sorpresa, la joven se dio la vuelta y se alegró al verle. Fueron unas sencillas palabras, un tímido saludo, pero que llenó de alegría el corazón de Gutell. Éste, con energías renovadas, devolvió el saludo e inspeccionó visualmente a la muchacha, empezando por tan hermoso rostro. Pero tuvo que pararse a la altura de la falda, pomposa y de gran volumen. Primero sonrojado contempló que la muchacha se la había levantado por la parte delantera. Aquello decía mucho de ella. Sin embargo todas estas ideas se derrumbaron al contemplar un curioso detalle: la chica no era tan femenina, pues lo que estaba haciendo era orinar en aquel campo apartado... pero de pie... Gutell descubrió así el pastel y la verdadera sexualidad de la muchacha. Gutell, avergonzado, se dio media vuelta, corriendo, entre las voces de la "muchacha" que le amenazaba con contárselo a sus compañeros. Gutell no se pudo hacer a la idea de soportar tal humillación y decidió correr a través de la foresta, perdiéndose en la noche, lejos del campamento, con la intención de no volver jamás.

Gutell fue el décimotercero en caer, y cada vez quedaban menos...

No hay comentarios: