11.6.07

Los 21 Guerreros: Cuento 14

El 14º en caer, y ya quedaban menos...

Morcudo era uno de los soldados más toscos y desagradables del ejército del Rey Koh. No sólo por su aspecto sucio, desaliñado y seboso. Su forma de ser también acompañaba. Era impulsivo, inconsciente, maleducado y con un peculiar sentido del humor, que consistía en insultar a los demás y no tolerar que a él le tocaran... Aunque tenía un grupo de compañeros con los que se llevaba mejor, era cierto que éstos no le aguantaban mucho...

¿Por qué House si no es gordo ni del medievo?
No sé, se le ha ocurrido a mi hermana y me ha hecho gracia ponerlo xDDD

Esa noche, para celebrar la conquista de las tierras de Valdher, se celebró un gran banquete. Una oportunidad para atiborrarse de comer, emborracharse, y divertirse de la forma más escandalosa posible para Morcudo. Cuando ya la lengua se le soltó con facilidad tras varias jarras, algo no muy difícil, Morcudo comenzó su particular espectáculo. Se paseaba por entre las mesas, contando anécdotas groseras y de mal gusto. Por ejemplo, encontró a un joven arquero triste y reprimido, y empezó a insultarle, a mofarse de él y de su situación. El joven, harto, no tuvo más remedio que dispararle una flecha que le acertó en la cremallera del pantalón. Morcudo se lo tomó a gracias y le siguió el juego... Más tarde la tomó con un pobre bufón, pues tenía mucha menos gracia aún que él. Lo atormentó tanto que el bufón se acobardó y se emborrachó para olvidar tal humillación, momento en el que Morcudo se lo pasó mejor... También se metía de uno de sus compañeros que se había enamorado... Una vez que estaba hasta los topes se dirigió junto a uno de sus compañeros a su tienda, para descansar un rato antes de seguir con el festival. Al llegar allí vieron cómo uno de sus otros compañeros estaba acostado con una niña pequeña a su lado. Morcudo no se paró ni por un instante a qué se debía esta escena, y concluyó rápidamente que su compañero era un pederasta. Procedió a darle una paliza casi de muerte a éste. Ciertamente, tampoco le hacían falta muchos motivos para esto, pues estaba ansioso de entrar en pelea. Su compañero no pudo defenderse y a él parecía no importarle en absoluto. Al contrario, se divertía aún más. Cuando consideró que lo había torturado lo suficiente, lo llevo ante su general, responsable del campamento, para que lo juzgara severamente. El joven en cuestión fue castrado y Morcudo obtuvo una recompensa a su honradez: podía volver a casa con los suyos. Aunque no tenía familia, Morcudo agradeció al general el regalo y se fue a celebrarlo a un burdel de los pueblos cercanos, despidiéndose así del ejército, pues no tenía pensado volver.

Morcudo fue el décimo cuarto en caer, y cada vez quedaban menos...

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