Mucho se ha luchado en los últimos tiempos porque la mujer se abriera paso en un mundo dominado exclusivamente por los hombres, ya fuese en el sector laboral (en el que una mano esclava, aunque fuese femenina, nunca estaba de más), ya en los sectores más especializados. Y en los últimos treinta años, hemos recorrido positivamente un camino que siempre se nos ha antojado cuesta arriba de un modo u otro. Pero eso ha traído consigo algunas consecuencias nefastas que a mí, personalmente, no me gustan para nada.
Cierto es que siempre hemos abogado por la equiparación, por la igualdad de los sexos, porque se nos tome en serio y porque nuestra voz se escuche. Y esta consecución es ahora un hecho, aunque no de forma plena.
Cierto es que ya se nos ha equiparado al hombre en diversos aspectos de la sociedad, especialmente en lo que respecta al universo de las relaciones laborales y sociales, subiendo poco a poco peldaños que antiguamente se nos hacían imposibles. Y es que hasta hace relativamente poco , imperaba la tendencia de que la mujer quedaba únicamente relegada a las faenas del hogar y al cuidado de los hijos, que no a su educación (entre algunos sectores, hoy día continúa esta mentalidad). Hoy día, esto parece no ser así...
No obstante, se ha perdido el respeto que antaño se le tenía a la mujer. Y es que, hoy día, ya no hay muchos hombres que se levanten en señal de respeto al ver entrar a una mujer en un restaurante; ya no hay demasiados que cedan el paso a una mujer a la entrada de cualquier sitio o que, simplemente, le abran o sostengan la puerta para que pueda pasar; hoy en día, siguen sin escucharse sus opiniones, si es que éstas son diferentes a las del macho dominante; hoy en día, la opinión y las actuaciones de las mujeres siguen siendo cuestionadas por el simple hecho de ser mujeres. Todo por unos machos desviados que aún creen que tienen el mundo en sus manos y piensan (erróneamente) que el camino del éxito se mide por el tamaño de su miembro viril o por el uso de la fuerza.
Y es entonces cuando estos desviados hacen uso de sus músculos para imponer sus ideas por medio de la fuerza...acallando así las voces que un día los adoraron con pasión.
"El hombre, es la fuerza; la mujer, el cerebro", se dice habitualmente. No creo tampoco que deban llegarse a realizar tales aseveraciones, pues hay elementos discordantes en ambos bandos. Hombres y mujeres son iguales, pero a la vez, diferentes.
Sepamos tratar a las mujeres como se merecen, por favor. Porque ellas han sido/son/ serán las madres de nuestros hijos/padres/hermanos.
Lo pide una mujer, orgullosa de serlo.
Cierto es que siempre hemos abogado por la equiparación, por la igualdad de los sexos, porque se nos tome en serio y porque nuestra voz se escuche. Y esta consecución es ahora un hecho, aunque no de forma plena.
Cierto es que ya se nos ha equiparado al hombre en diversos aspectos de la sociedad, especialmente en lo que respecta al universo de las relaciones laborales y sociales, subiendo poco a poco peldaños que antiguamente se nos hacían imposibles. Y es que hasta hace relativamente poco , imperaba la tendencia de que la mujer quedaba únicamente relegada a las faenas del hogar y al cuidado de los hijos, que no a su educación (entre algunos sectores, hoy día continúa esta mentalidad). Hoy día, esto parece no ser así...
No obstante, se ha perdido el respeto que antaño se le tenía a la mujer. Y es que, hoy día, ya no hay muchos hombres que se levanten en señal de respeto al ver entrar a una mujer en un restaurante; ya no hay demasiados que cedan el paso a una mujer a la entrada de cualquier sitio o que, simplemente, le abran o sostengan la puerta para que pueda pasar; hoy en día, siguen sin escucharse sus opiniones, si es que éstas son diferentes a las del macho dominante; hoy en día, la opinión y las actuaciones de las mujeres siguen siendo cuestionadas por el simple hecho de ser mujeres. Todo por unos machos desviados que aún creen que tienen el mundo en sus manos y piensan (erróneamente) que el camino del éxito se mide por el tamaño de su miembro viril o por el uso de la fuerza.
Y es entonces cuando estos desviados hacen uso de sus músculos para imponer sus ideas por medio de la fuerza...acallando así las voces que un día los adoraron con pasión.
"El hombre, es la fuerza; la mujer, el cerebro", se dice habitualmente. No creo tampoco que deban llegarse a realizar tales aseveraciones, pues hay elementos discordantes en ambos bandos. Hombres y mujeres son iguales, pero a la vez, diferentes.
Sepamos tratar a las mujeres como se merecen, por favor. Porque ellas han sido/son/ serán las madres de nuestros hijos/padres/hermanos.
Lo pide una mujer, orgullosa de serlo.
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