El regreso de la ¿reina? del pop

Hace ya mucho tiempo que este título lo ostentaba Madonna, pero por un corto período de tiempo, lo ostentó una jovencita que, durante sus años mozos, copó los corazones de medio mundo. Hablo de Britney Spears, la rubia de oro; aquella quinceañera que, al ritmo de "Baby, one more time..." nos encandiló a más de uno a finales de los noventa.

Sus inicios fueron dorados, como su cabellera, pero de eso ya no queda nada...

Dos matrimonios (uno de ellos express) fallidos, dos hijos (el mejor error que pudo cometer, en opinión de muchos), extravagancias, problemas con el alcohol, las drogas... Y, cuando creíamos que sólo su vuelta a los escenarios podría devolverla a su sitio, nos dimos cuenta de algo que nos negábamos a creer: aquella muñequita, el juguete estaba roto y no había manera de recomponerlo.

Y es que su regreso a los escenarios dejó a más de uno con la boca abierta al pensar: "Quién la ha visto, y quién la ve". Y es que la diva del pop no es lo que era: actitud pasota, imagen desgastada y mirada perdida en el infinito. Britney desapareció ante nuestros ojos... y tiene sólo 25 años.

Una pena que una niña tan jovencita (tiene apenas mi misma edad) se desgaste de forma tan apresurada y ante los ojos del mundo entero. Pero, como dicen algunos entendidos: "Se lo ha buscado ella. Éste es el precio de la fama y de vivir demasiado deprisa".