No soy muy dada a celebrar San Valentín, pues siempre he pensado que se trata de una "fiesta" creada especialmente por el Corte Inglés para vender tonterías. Igualmente, las fechas señaladas que celebro con mi pareja (además de los consiguientes cumpleaños), son las de los aniversarios de novios (el día que hacemos el año), porque lo de cumplir meses... lo veo una tontería, la verdad. Si cada día estás con tu pareja, compartes momentos y cualquier momento es bueno para estar juntos y celebrar lo que sea, ¿por qué tenemos que someternos a un día concreto para hacer algo? Yo lo veo como una tontería, pero habrá mucha gente que no lo vea así (lo cual respeto).
En esta ocasión "San Compretín" viene con un regalito de Reyes un poco atrasadillo, (porque es un regalo de Reyes, no de San Compretín) y es mi próximo viaje a Viena.
Mentiría si dijera que no me parece la mejor forma de celebrar algo que está por encima de las compras y las grandes demostraciones de amor que tienen algunos para manifestar relaciones que, a veces, no se creen ni ellos mismos. Mentiría si dijera que el sólo hecho de pasar ese tiempo junto a mi pareja, no me parece mucho mejor que el hecho de gastarme dinero en regalos materiales que tienen una fecha de caducidad (flores, bombones y tonterías por el estilo).
El amor no se mide por los regalos, no se mide por la posibilidad siempre presente de realizar escapadas a golpe de talón fin de semana sí y fin de semana también a lugares indeterminados del mapa, en pos de un fin de semana catalogado como "romántico" (¿por qué debemos catalogar las escapadas como románticas o no? Cualquier escapada puede ser especial, sea del tipo que sea); el amor no se mide según el tamaño de la cartera del ente masculino (a pesar de que para algunas hembras interesadas eso juega un rol muy importante), no se mide tampoco en base a la cantidad de veces que puedas decir "te quiero" (siempre he pensado que más vale un "te quiero" sincero, que una concatenación de frases que se dicen ya por decir); no se mide en base a la celebración de fechas creadas en base al interés de los centros comerciales para que sus clientes ingenuos se gasten ingentes cantidades de dinero para celebrar un "día del amor" que no se creen ni ellos mismos.
El amor ha de sentirse en cada momento, en cada instante. Y no debe basarse en la posibilidad de mantener a tu pareja a golpe de talonario (algún día hablaré de los individuos "cornucopias"). El amor sólo adquiere importancia con el transcurrir de los días, de los meses, de los años, sólo llegando a entender su magnitud cuando se ha dado el gran paso, no de la posibilidad de haber llegado al "encamamiento" con la persona ¿amada? (sí, porque para algun@s juega sólo el interés por el sexo y el talonario que el simple hecho de estar juntos), sino desde el momento en que se tiene un proyecto de vida común que, en ocasiones, aparece casi de puntillas (y éste no aparece en el octavo mes; la idea de unirse a la otra persona, por papeles o por la mera convivencia, aparece más tardecillo). El amor es el hecho de sentir que, si estás lejos de la persona amada, falta algo en nuestra vida, nos sentimos incompletos, vacíos; amar es darlo todo a cambio de nada...
Para mí, el hecho de ir a Viena en San Valentín, no significa la celebración de esa fecha adoptada recientemente, sino la posibilidad de realizar un viaje maravilloso con el que llevo soñando casi desde que era pequeña y del que seguro me traeré muy gratos y buenos recuerdos, imágenes bellísimas, momentos inolvidables... y tartas. Muchas tartas.
En esta ocasión "San Compretín" viene con un regalito de Reyes un poco atrasadillo, (porque es un regalo de Reyes, no de San Compretín) y es mi próximo viaje a Viena.
Mentiría si dijera que no me parece la mejor forma de celebrar algo que está por encima de las compras y las grandes demostraciones de amor que tienen algunos para manifestar relaciones que, a veces, no se creen ni ellos mismos. Mentiría si dijera que el sólo hecho de pasar ese tiempo junto a mi pareja, no me parece mucho mejor que el hecho de gastarme dinero en regalos materiales que tienen una fecha de caducidad (flores, bombones y tonterías por el estilo).
El amor no se mide por los regalos, no se mide por la posibilidad siempre presente de realizar escapadas a golpe de talón fin de semana sí y fin de semana también a lugares indeterminados del mapa, en pos de un fin de semana catalogado como "romántico" (¿por qué debemos catalogar las escapadas como románticas o no? Cualquier escapada puede ser especial, sea del tipo que sea); el amor no se mide según el tamaño de la cartera del ente masculino (a pesar de que para algunas hembras interesadas eso juega un rol muy importante), no se mide tampoco en base a la cantidad de veces que puedas decir "te quiero" (siempre he pensado que más vale un "te quiero" sincero, que una concatenación de frases que se dicen ya por decir); no se mide en base a la celebración de fechas creadas en base al interés de los centros comerciales para que sus clientes ingenuos se gasten ingentes cantidades de dinero para celebrar un "día del amor" que no se creen ni ellos mismos.
El amor ha de sentirse en cada momento, en cada instante. Y no debe basarse en la posibilidad de mantener a tu pareja a golpe de talonario (algún día hablaré de los individuos "cornucopias"). El amor sólo adquiere importancia con el transcurrir de los días, de los meses, de los años, sólo llegando a entender su magnitud cuando se ha dado el gran paso, no de la posibilidad de haber llegado al "encamamiento" con la persona ¿amada? (sí, porque para algun@s juega sólo el interés por el sexo y el talonario que el simple hecho de estar juntos), sino desde el momento en que se tiene un proyecto de vida común que, en ocasiones, aparece casi de puntillas (y éste no aparece en el octavo mes; la idea de unirse a la otra persona, por papeles o por la mera convivencia, aparece más tardecillo). El amor es el hecho de sentir que, si estás lejos de la persona amada, falta algo en nuestra vida, nos sentimos incompletos, vacíos; amar es darlo todo a cambio de nada...
Para mí, el hecho de ir a Viena en San Valentín, no significa la celebración de esa fecha adoptada recientemente, sino la posibilidad de realizar un viaje maravilloso con el que llevo soñando casi desde que era pequeña y del que seguro me traeré muy gratos y buenos recuerdos, imágenes bellísimas, momentos inolvidables... y tartas. Muchas tartas.
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