La muerte de Wagner sólo marcó el principio del fin de un monarca que al principio pretendía satisfacer los sueños de una nación cada vez más embrutecida. La muerte del tan controvertido maestro provocó un sinfín de actuaciones dispares en Luis que no sólo se dejaron traslucir en una marcada actitud de "duelo" ante el mundo de las artes. Y es que, el monarca loco, no sólo hizo cubrir todos los pianos de sus famosos castillos con un velo negro (aunque algunas fuentes afirman que era un velo púrpura) en señal de respeto por la muerte del músico ("Ya que su vida ha acabado, los instrumentos han enmudecido..."), sino que se volvió aún más retraído e incluso siniestro.
Muchos eran los que afirmaban haber visto al rey, en plena noche, dando largos paseos en trineo, en medio del frío invierno bávaro, acompañado por algunos criados de librea. Raras veces podía vérsele en la Corte, pues vivía casi la totalidad del tiempo en su suntuoso castillo de Neuschwanstein; la regencia del país había recaído en manos de su no menos inestable mentalmente hermano Otto (al que más tarde lo consideraron como incapacitado para gobernar), siendo la regenecia verdaderamente asumida por el príncipe Luitpold, tío de Luis II. Y, unido a todo ello, las tendencias sexuales de Luis II, de quien se afirmaba que le era más satisfactoria la compañía de hombres y tachado de "desviado" por toda una sociedad entera.
Los hombres fuertes del Gobierno, decidieron que ya era el momento de deponer a un rey que, como tal, sólo tenía el nombre y que no ejercía las funciones propias de un monarca; un monarca que, para colmo de males, no daba ya la imagen de un auténtico rey, ni de príncipe de cuento de hadas que era el día de su ascensión al trono: había perdido casi todos los dientes (debido a su gran afición a los dulces y a no cepillarse la dentadura), en tanto que los pocos que le quedaban lucían un profundo color negro; igualmente, había engordado varios kilos y sufría de gota, por lo que su carácter se hizo poco menos que agresivo.
En la madrugada del día 9 de junio de 1886, tras el dictamen del doctor Gudden, que aseguraba que el monarca padecía una enfermedad mental incurable, un grupo de comisionados se dirigieron a Neuschwanstein con el fin de hacer abdicar a Luis. En un primer momento, fueron detenidos gracias a la intervención de los campesinos del lugar, que seguían amando a su rey, y a los guardias del palacio. Pero, quizás debido a la presión de su círculo más cercano, el rey ordenó la excarcelación de sus prisioneros al día siguiente. Una fuente cercana al mismo aseguró que, viendo su fin próximo, el rey había pedido veneno para acabar con su vida; aunque, viendo que esto no era posible, exigió la llave de la torre del castillo para proceder a precipitarse al vacío; no obstante, rechazó la idea por dos razones: por una parte, porque habían perdido la llave de acceso a la torre; por otro, porque no quería morir desfigurado, pensando que el mejor modo de morir era ahogándose. Pero no pudo llevarlo a cabo...
Una segunda comisión, encabezada por el Doctor Gudden, llegó al castillo en la madrugada del doce de junio. El psiquiatra le informó al rey de su deposición y de la regencia del príncipe Luitpol. Ante la incredulidad del rey, quien no podía creer en tales valoraciones, el doctor Gudden procedió a intervenir:
"Majestad, esta es quizás la misión más triste de toda mi vida..."
"¿Cómo se le puede dictaminar a alguien loco si no se le ha examinado?"
"Créame, Majestad: ya lo hemos hecho..."
Y es que eran muchas las evidencias para dictaminar la locura del rey...
Se encaminaron al castillo de Berg, donde el rey fue tratado como un auténtico enfermo; aunque, en la madrugada del 13 de junio de 1886, pidió que se le concediera como deseo la posibilidad de dar un paseo por los alrededores del castillo. El doctor Gudden se ofreció a acompañarle; y tanto confió en el rey, que despidió a los dos ordenanzas que inicialmente les acompañaron en su paseo. Fue un error fatal, pues nadie fue testigo de lo que sucedió...
Y es que, horas más tarde, y alarmados por la desaparición de ambos, se encontraron los cadáveres del monarca y su médico flotando a no pocos metros de la orilla del lago Starnberg. Nunca se supo la verdadera historia, existiendo un montón de conjeturas en torno a esta muerte:
1) Que Luis fue asesinado por los comisionados junto con su médico, para no dejar pruebas ni testigos.
2) Que fue un accidente
3) La más plausible y sostenida por todos fue que Luis II mató primero al doctor Gudden ante su posible oposición, y luego se suicidó (cumpliendo así con lo que dijo a sus sirvientes en Neuschwanstein).
Hace algunos años, se descubrió una declaración hecha por el doctor Gudden. Días antes del arresto del rey, manifestó haber tenido un sueño donde se veía a sí mismo luchando con un hombre cuyo rostro no puedo reconocer; la lucha acontecía entre las aguas de un lago y recordaba lo agónico que había resultado para él semejante pelea. Días después, se encontró su cadáver flotando junto al del rey Loco.
¿Casualidad? ¿Premonición? Nadie sabe lo que sucedió a ciencia cierta, y ninguno sabremos realmente lo que sucedió ese fatídico 13 de junio.
Y si el famoso Luis II fue un loco o tan sólo un hombre al que la vida trató injustamente, es algo que ninguno conoceremos tampoco. No obstante, acabaré esta biografía con unas palabras dichas por su prima, la emperatriz Sissí:
"El rey no estaba precisamente loco. No era más que un excéntrico que vivía en un mundo de sueños. Si lo hubieran tratado con más suavidad, seguramente no habría tenido un fin tan terrible".
1 comentario:
Si el aspecto del rey no hubiera cambiado también de una forma tan drástica quizás lo hubieran tenido más difícil a la hora de tacharlo de loco. Si se comportaba raro y encima tenía aspecto raro... pues blanco es y la gallina lo pone.
Yo aporto una nueva hipótesis y es que tanto el Doctor como el Rey Tarumba fueron asesinados por un grupo de ninjas.
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