19.2.09

Viena


Por fin volví de Viena.

De vuelta a la realidad, despertando de un sueño del que jamás hubiera querido despertar, pues son tantas las maravillas que mis ojos contemplaron, tantos los momentos vividos y tantos los instantes... que casi lloro de emoción al tratar de evocarlos.

Las palabras carecen de sentido y se tornan vacías al tratar de evocar imágenes que quedaron clavadas a fuego en mi alma. Jamás podría describir con palabras aquello que mi corazón albergará como los momentos más deliciosos de mi vida.

Y es Viena... por siempre, Viena...

1 comentario:

Diego dijo...

Así es como nacen las leyendas, un deseo insuperable que no cesa con el paso del tiempo :)