Por fin volví de Viena.
De vuelta a la realidad, despertando de un sueño del que jamás hubiera querido despertar, pues son tantas las maravillas que mis ojos contemplaron, tantos los momentos vividos y tantos los instantes... que casi lloro de emoción al tratar de evocarlos.
Las palabras carecen de sentido y se tornan vacías al tratar de evocar imágenes que quedaron clavadas a fuego en mi alma. Jamás podría describir con palabras aquello que mi corazón albergará como los momentos más deliciosos de mi vida.
Y es Viena... por siempre, Viena...
1 comentario:
Así es como nacen las leyendas, un deseo insuperable que no cesa con el paso del tiempo :)
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