16.8.07

No es el tiempo el que pasa

Pero sí que es el tiempo el que pone a cada cual en el lugar en el que nos corresponde. Y no es que ahora esté hablando de alguien que, por hacer daño, haya acabado hundido en la miseria. No, en absoluto; me refiero a personalidades dispares que, aunque en un principio eran capaces de compenetrarse, de reír y de disfrutar juntas, ahora no son más que mundos diferentes.

Y es que no pasa el tiempo, sino nosotros mismos; el tiempo sigue siendo el mismo, pues su proseguir en la historia no ha variado lo más mínimo. Varían las acciones del ser humano, su proceder y, sobre todo, sus inquietudes por enfrentarse a esa continuidad.

No obstante, en algunas ocasiones, el ser humano se estanca en un determinado lugar, no quiere seguir avanzando, y sus inquietudes se limitan a las necesidades básicas de todo individuo: comer, dormir, una casa, un trabajo, descansar los fines de semana; pero nada más. Aparte de eso, ¿qué hay? ¿Qué inquietudes quedan? Ya no quiere seguir avanzando porque cree que lo tiene todo; tampoco quiere seguir mejorando, porque cree que es el mundo el que tiene que mejorar; no quiere perfeccionarse, porque cree que es perfecto. Y es entonces cuando el ser humano se queda anclado en la laguna del sinsentido, en un pozo inmenso de ignorancia que le impide ver qué hay más allá de sus narices...

El conocimiento es la madre de la perfección, me dijeron en cierta ocasión; y, si bien la perfección es un aspecto inalcanzable y dicha frase podría considerarse como un sinsentido, yo os digo que puede que tengáis razón; pero son esas ansias de rozar la perfección las que nos permiten seguir mejorando, llegar a ser mejores personas de lo que somos.

No es sólo la experiencia y las lágrimas lo que nos conduce a nuestra madurez mental, al momento en que todos nuestros sentidos se encuentran en su más claro apogeo. El conocimiento es el que nos enseña a amar las pequeñas cosas, lo que se encuentra a nuestro alrededor; y es,en definitiva, lo que nos impulsa a querer mejorar lo que tenemos (lo cual no quiere decir que no seamos felices con lo que tenemos).

El conocimiento, la cultura, el buen hacer, son, en definitiva, las mejores armas de que dispone el ser humano para cambiar el mundo y las que le permiten no quedarse estancado en lo que fue una vez y puede seguir siendo.

Porque no es el tiempo el que pasa, señores; pasamos las personas, y en ocasiones, aunque algunos les parezca mal, este cambio es positivo.


1 comentario:

Cheto dijo...

Mu bien escrito, sí señora. Esto es como todo, ni Don Juan ni Juanillo, porque el año que me he pegado en la facultad ha sido demasiao hacer y estudiar ... pero tampoco hay que quedarse parado y echarse a dormir. Ahora mismo la verdad es que prefiero ir con un poco más de tranquilidad, pero espero siempre tener cosillas por ahí para hacer o descubrir.

Eso sí, siempre compartiéndolo contigo ^_^