Un año más, ha llegado San Valentín, esa época del año considerada en el mundo entero como "El Día del Amor Universal". Un día especial en el que millones de parejas procederán a un intercambio tácito de regalos (de más o menos valor), se irán de cenitas románticas, achuchones, besitos por doquier... Love is in the air...
Pero, con el tiempo, ese día que ya en la Edad Media surgió como una festividad cristiana dedicada al amor, se ha transformado en el día Universal del Comercio. Una festividad inventada por el Corte Inglés, en el que los comercios de todo el mundo hacen su particular agosto; aunque el San Valentín que hoy conocemos, fue importado a Norteamérica realmente en torno al año 1847.
Tiene su origen en festividades paganas de la antigua Grecia, en las que se celebraba el matrimonio de Zeus y Hera, y diversos rituales de fertilidad (aunque, tradicionalmente, la festividad era el 15 de febrero).
Posteriormente, en la Edad Media, se difundió la tradición cristiana del llamado patrón del amor: San Valentín, un mártir cristiano cuya existencia se sitúa en el siglo III d. C., aunque los historiadores no se ponen de acuerdo a la hora de la identidad del santo: médico, obispo, simple mártir... Muchas son las hipótesis, pero pocas las certezas. La tradición que lo identifica como el "Santo del Amor", pretende establecer que tal hecho se debe a que, durante la época de las persecuciones, casó a un gran número de parejas por el rito católico, cosa que estaba prohibida por el emperador Claudio II. Tal hecho, le hizo alzarse con la corona del martirio.
Pero también en otros países tienen su particular San Valentín, además del Festival del Tanabata (7 de julio), en Japón, en el que las chicas le regalan chocolate a los chicos que les gustan y a sus compañeros de trabajo (esto es más una obligación que una festividad, porque si no regalas chocolate, ya estás mal vista). Igualmente, destaca el llamado "White Day" (14 de marzo), en el que los chicos regalan algo blanco a las chicas que les regalaron algo por el Tanabata (normalmente, chocolate blanco, malvavisco o ropa interior).
Pero las demostraciones de amor no se pueden limitar a un sólo día al año: han de demostrarse en todo momento, bajo cualquier circunstancia, y no sólo mediante regalos u objetos materiales, sino con la actitud de cada uno de nosotros para con nuestra pareja. El amor es un sentimiento universal, atemporal, que tiene cabida en cualquier momento del día; no sólo por medio de besos, abrazos o palabras tiernas, sino con miradas, roces, sensaciones... Todo un lenguaje secreto sólo conocido por las personas que se aman de verdad.
No dejemos al AMOR estancado en un sólo día caracterizado por el comercio compulsivo.
AMEMOS TODO EL AÑO, Y EN CADA MOMENTO.
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