Si quisiera contar por palabras lo que mi corazón alcanza a cantar por medio de sus latidos, no llegaría a reflejar ni siquiera un ápice de lo que en estos momentos mi alma susurra amparada en la soledad de mi desamor y de mi angustia. Dolor; dolor por la pérdida del ser amado, dolor por haber sido tan tonta de haberle dejado escapar cuando toda mi felicidad radicaba en el roce de sus labios y la calidez de sus besos, dolor por sentirle tan cerca y a la vez tan lejos, dolor por saber que al verlo tengo que resignarme: resignación ante el hecho de que él no es para mí, de que su corazón desechó cualquier tipo de sentimiento que antaño hubiera podido sentir hacia mí. ¿Quién se lo llevó? ¿Fuiste tú, brisa del atardecer? ¿Tú, traidora brisa, que fuiste testigo de nuestros atardeceres y nuestras miradas cómplices que se confundían con los primeros brillos que emitían las estrellas al hacer su acto de aparición en medio de la inmensidad azul del cielo de medianoche? ¿O quizás fuiste tú, amado Mediterráneo? ¿Tú, maldito, que tantas contemplaciones mereciste por nuestra parte, cuando cielo playa se juntaban en una sola materia, en el fruto de nuestro amor sin límites? Cielo y playa... Os juntasteis igual que nuestros labios en una cálida mañana de primavera, cuando la rutina de las clases y la ilusión del primer amor se confundían en la dulzura del primer beso de amor sincero y verdadero que mis labios han dado jamás a un hombre anteriormente.Tú, amada primavera, ¿dónde fuiste? ¿Por qué me dejaste tan sola y tan desesperada, derramando mis lágrimas bajo el paraguas de mi maquillaje y la desesperación de los que aman de verdad alguna vez? Tú, maldito verano, ¿por qué hiciste acto de presencia? ¿Por qué fue tu calor el que me arrebató la calidez de mi alma, la calidez de los únicos brazos que me han hecho sentir mujer y amada a un tiempo?Maldito amor, maldita primavera... ¿Por qué anidasteis en mi interior si sabíais que tarde o temprano todo finalizaría? ¿Por qué heristeis mi alma con la misma frialdad que una fría daga de cristal? ¿Por qué aun hoy, meses después de que me abandonase a la desesperación, mi corazón sigue vertiendo ríos de sangre roja que se confunden con el rojo de la ira que me carcomió por un momento?Angustiada, perdida, magullada, desesperada... Y todo por un “te quiero” que se escapó de tus labios confundiéndose con el ulular del viento entre los sauces; y todo por un “te quiero” que me condujo a desfallecer en tus brazos y a entregarte todo cuanto yo era; todo por un “te quiero” que robó todo cuanto tenía, por un “te quiero” que te convirtió en dios de mi idolatría... ¿Realmente hay Dios? Y si lo hay, ¿no defiende Dios el amor entre los jóvenes enamorados? ¿O es sólo un geniecillo disfrazado con cara florida que nos confunde con sus vanas promesas de amor y felicidad?Mi amor, mi amor imposible... ¿por quién te dejaste seducir? ¿Quién te apartó de mi lado? ¿Qué hice mal para que quisieras matarme de aquel modo tan trágico aquel soleado pero oscuro seis de julio? ¿Acaso es que alguna otra te sedujo? ¿Acaso tus ojos se fijaron en el rostro de alguien más bello, de alguien dotado con un físico impresionante y un rostro angelical? ¿Alguien de manos blancas y de uñas largas y cuidadas cuyo roce te hiciera estremecer?Mírame por un momento, por favor; sólo mírame a los ojos sin apartar por un momento tu mirada felina, tu mirada, más cerca de la luminosidad apagada y cálida del ámbar que del brillo cegador de las más valiosas esmeraldas. Mírame a los ojos, amor; no me hagas desfallecer con tus mentiras y desplantes; mira a su trasfondo azabache. Di, mi amor, ¿qué puedes ver? ¿Qué puedes ver en mí? ¿Alcanzas a ver mi alma o es necesario que mis ojos se claven en los tuyos para arrancar de tus labios lo que tu alma y tu corazón te dictan? Di, mi amor...Puede que no sea una chica de rostro delineado por líneas perfectas, pero de él rezuma una belleza angelical que requiere cariño y protección; puede que mi cuerpo no sea perfecto, que no esté configurado por líneas femeninas y marcadas, pero ansían albergar en su seno el aliento dulce y protector de un tierno amante; puede que mis ojos no sean del color del cielo al amanecer, pero tienen el color de la noche, fiel aliada de las charlas de los amantes; puede que mis cabellos no sean dorados y su textura no tenga la suavidad de la seda, pero se mecen con el viento de tus suspiros y tus silencios; puede que mis labios no sean carnosos, pero cuando besan lo hacen de verdad... Mi belleza, todo cuanto soy ahora, todo cuanto he sido y tuve, todo me lo has dado tú. Cuando me ves, cuando me sientes, cuando me escuchas, sólo ves a una chica más que trata de sonreír ante las adversidades de la vida; una sonrisa en la que ahora se entremezclan la tristeza y el desamparo, una sonrisa que un día deslumbró a propios y extraños con su calidez y que hoy tan sólo se refleja en la huella imborrable que muestra mi casi mecánica sonrisa por medio de las comisuras de los labios. Unos labios que sonríen sin que tras su máscara exista resquicio alguno de felicidad pues a lo largo de estos últimos meses sólo han conocido el desengaño, la derrota y el abandono. De aquella niña, ¿qué queda hoy? Nada, ni siquiera aquel brillo azabache que te conquistó con tan sólo una mirada.No soy un sueño; tampoco deslumbro a los que me ven con mi belleza ni asombro a los que me escuchan por mi inteligencia y mi capacidad de oratoria y deducción; no tengo títulos ni propiedades, soy torpe y estúpida, pero no me importa nada lo que la gente pueda pensar de mí. ¿Qué me importa que me digan que estoy loca? Eso ya lo sé: estoy loca, pero loca de amor por ti; loca por un sueño imposible que se hizo realidad gracias a la luminosidad azul del cielo de primavera, loca por aquel hombre que hizo que en sus brazos me sintiese importante, que me sintiese alguien especial y no un mero objeto, loca por un sueño imposible que hizo que me sintiese mujer y amada a un tiempo... Loca por tu amor. Loca por rozar tus labios, por sentir nuevamente tus brazos rodeando mi cuerpo desnudo, otorgándole tus caricias interminables y tus besos largos y ardientes, loca por sentir nuevamente la frescura del agua de la ducha delineando nuestros cuerpos mientras estos permanecen unidos en inquebrantable abrazo.¿Qué significó para ti aquella danza ritual de fusión de cuerpos que iniciamos aquel soleado día del mes de las flores, amparados por la oscuridad de mi habitación y sólo cubiertos por las flores de un lecho que nos acogió con su suavidad? ¿Qué sucedió realmente? Para mí, todo constituye hoy el “todo” de un sueño maravilloso del que nunca hubiese querido despertar. No planeamos nada, no hubo palabras sino sólo gestos en los que se entremezclaban el cálido amor que embargaba nuestros corazones y la ardiente llama de la pasión que nos consumía por dentro; aquella llama que hizo que nuestros ojos se encontrasen, aquella llama que hizo que nosotros mismos acudiésemos el uno al otro con la premura y la ansiedad de dos viejos amantes que acuden puntuales a una cita en la que todos sus sueños y aspiraciones se hacen realidad con tan sólo una caricia, un susurro, una mirada... No hubo testigos, salvo nuestras respiraciones entrecortadas y la melodía de una vieja canción que aun hoy permanece escondida en lo más recóndito de mi memoria. Desearte, amarte, sentirme tuya... Todo se convirtió en un solo sentimiento mientras mis ojos se entrecerraban y mi mente me indicaba que no existía otro como tú, que todo cuanto yo había estado buscando a lo largo de mi vida se hacía realidad contigo, con la persona que tantas cosas me había dado en tan poco tiempo, con la persona por la que realmente había nacido, por la que vivo y por la que moriré. Y sin embargo, tanta felicidad, tan pronto llegó como se marchó de mi lado.Y una pregunta yace hoy en mi mente: ¿Por qué? ¿Tan mal lo hice? ¿Tanta infelicidad causé en ti como para querer faltar a todas las promesas de amor que nos hicimos? ¿Tan mal satisfice tus expectativas como para retirar tus “te quiero” y tus caricias? Sería yo, no tiene otra explicación, ¿cómo podías haber sido tú el que hiciera mal algo, si fuiste el que me dio todo cuanto soy y todo lo que constituía mi felicidad? Tu único error fue dejar que me enamorase de ti y mi único error fue no quererte como hubieses merecido, haberme enamorado de ti y... darme cuenta de lo mucho que significabas para mí cuando realmente ya no podía hacer nada por recuperarte.Y hoy, ¿qué queda de toda aquella felicidad que compartimos durante aquellos cortos pero intensos tres meses? En ti, no parece quedar nada, ya que pareces evitar todo contacto con mi mirada, todo tipo de conversación que pueda hacerte recordar lo felices que fuimos, todo acto que pueda recordarte a mí... “Olvídame”, fue lo que me dijiste hace poco cuando quise acercarme a ti para intentar recuperar una pequeña parte de lo que había tenido a tu lado. No puedo olvidarte, ¿cómo te voy a olvidar si no se olvida la boca donde se aprende a besar? “En el mundo hay muchos chicos mejores que yo; búscalos que los encontrarás” ¿Crees que no sé que hay muchos que son mejores que tú, que no sé que me he enamorado de alguien que no constituye el ideal de príncipe azul que mi madre me pintaba en sus bellos cuentos cuando tan sólo era una niña pequeña de rizos dorados que soñaba con que algún día su querido príncipe azul vendría a rescatarla de las garras de los dragones montado en su caballo blanco? Hay muchos mejores que tú en el mundo, pero no busco otros mejores; sólo te busco a ti, porque no hay otro como tú, no hay otro que haga que mi corazón dé un vuelco cada vez que te veo caminar, no hay otro que haga que mi alma se sienta confusa cuando escucho su voz, no hay otro que me llene de tanta felicidad como tú cuando dejas escapar tu risa suave y fresca, no hay otro que llene más mi alma que tú con tu sonrisa de niño malo, pícara y traviesa, en la que se confunde una rara mezcolanza de inocencia e ingenuidad.“¿Por qué sigues empeñada en estar con él? ¿No ves que de este modo vas a hacerte daño a ti misma y vas acabar consumiéndote por completo?” ¿Creéis que es tan fácil olvidarle? ¿Cuántas veces creéis que he sentido lo que hoy siento? ¿Creéis que es tan fácil enamorarse? Nunca había sabido lo que es el amor verdadero hasta hoy, nunca he sabido lo que es sufrir por amor hasta este momento, nunca hasta ahora he lamentado más no haber sido una mujer más bella y con una inteligencia despierta capaz de encandilar a propios y extraños. ¿Qué me queda hoy de aquella felicidad?Con un beso me dejaste, con un beso, del mismo modo que Judas hizo con Jesucristo, me entregaste a mis detractoras: la soledad y la desesperación; con un beso, destrozaste mis sueños e ilusiones, con un beso... Y hoy, ¿qué queda de todo aquello? Nada queda de aquella felicidad, oh, mi querido Judas traidor; nada queda de aquella dulce felicidad que me embargaba por dentro y que me dio la belleza de los que aman de verdad. Una belleza que hoy, aunque apagada, parece querer salir a la luz cada vez que tú te dignas a sonreírme o, siquiera, a mirarme; pero se trata de una belleza en la que las huellas de la tristeza han hecho mella y de la que apenas queda un leve recuerdo.¿Qué queda de todo aquello, oh, Judas traidor? Nada me queda de ti, ni siquiera tu suspiro ni el último beso de amor que tus labios depositaron sobre los míos con la calidez de los rayos del sol y la suavidad de los pétalos de rosa, así como las páginas de una vieja historia que ambos escribimos y que hoy se encuentra perdida en un oscuro banco, situado en un oscuro rincón, bajo un frondoso árbol, azotado por el viento; allá donde el Padre Tiempo tiene su morada eterna; allá donde sueño y realidad se confunden en uno solo, allá donde mi amor por ti perdurará por los siglos de los siglos.No tengo esperanzas de que me quieras, ni siquiera tengo esperanzas de que llegues a leer estas pocas líneas donde he vaciado mi corazón por completo y donde he puesto todo mi amor; pero tengo esperanzas de verte feliz, de que tu felicidad sea la mía, de que tu sonrisa se transforme en la mía. Tu propia felicidad será la mía si así lo deseas, y si tu felicidad depende de mi propia infelicidad, la acataré con no mal fingido gusto, pues lo único que deseo en este mundo es verte feliz.No me gustaría terminar esta carta del mismo modo en que seguramente terminan todas las demás, con esas dos sencillas palabras que, a pesar de su sencillez, encierran un significado tan profundo y un sentimiento tan hermoso como es el amor. Dos simples palabras que dicen tanto y que derraman, dos sencillas palabras que no señalan un final, sino un comienzo que con cada amanecer se hace un poquito más grande. Dos sencillas palabras que parecen surgir de una vieja y hermosa canción que todos cantamos en nuestras almas, dos sencillas palabras que me hacen recordar a la persona para quien tengo mi primer pensamiento al comenzar un nuevo día y para la que tengo mi último pensamiento cuando me dispongo a ser amortajada por los brazos del dulce Morfeo para que, con sus balsas de nácar, me conduzca al Mar de los Sueños, donde los sueños de los amantes se hacen realidad; para que me conduzca junto a ti, que me esperas de pie, junto a aquel mohoso escalón recubierto por musgos y muguetes que comienzan a florecer y a inundar el ambiente con sus aromas frescos y enervantes, en aquel mohoso escalón donde comenzamos una bonita historia de amor que el calor del verano se encargó de borrar; para que, amparada por el fuego que hoy embarga mi alma y uniendo mis labios a los tuyos, pueda decirte esas dos palabras que tanto significado encierran para mí y que hasta ahora no he podido decir a nadie porque hasta ahora no he sentido que lo que realmente sentía era cierto.Dos palabras que se confunden con un beso y que se transmiten con un susurro seguido de tu nombre:TE QUIERO.